Carmen Toledano, la primera mujer en predicar en el Sermón de las Siete Palabras.
Carmen Toledano, la primera mujer en predicar en el Sermón de las Siete Palabras.

“Nunca pensé ser monja”, dice Carmen Toledano, la primera mujer en predicar en el en el Perú. Quería estudiar Derecho, ser política. Pensaba que las religiosas eran personas a las que les había ido mal en la vida. Creía que las monjas eran “gente fea, poco inteligentes”, lo recuerda entre risas. Con 14 años, conoció una comunidad religiosa en su colegio. “¡Pero sí son inteligentes, jóvenes y guapas!”, pensó. Religiosas que la acercaron a un primer encuentro con Dios.

Encontrarse dos veces con la muerte, paradójicamente, afirmó su vocación. Una hermana en el colegio falleció y la conmovió ver cómo lloraban su pérdida, pero a la vez cantaban. Había dolor y esperanza. El otro episodio llegó a los 15, cuando vio a lo lejos cómo la motocicleta en la que iba su amigo de 16 años se estrelló contra un edificio. “Yo gritaba, entre lágrimas, por qué tuvo que morir”, evoca y asegura que la voz de Dios le dijo que la muerte no tenía la última palabra.

Hoy, con 47 años, otra vez se encuentra con la muerte. Su primo hermano fue uno de los primeros casos en España de jóvenes que fallecieron por el . “Estaba bien, sano. Era piloto y llevaba ayuda. He vivido en primera persona el sufrimiento por el virus”, me dice telefónicamente la religiosa española, desde el Monasterio de la Encarnación, en la avenida Brasil.

El salió del monasterio por primera vez en la cuarentena. Se encontró con calles vacías, un paisaje desolador. Entró a la Iglesia de las Nazarenas. Se paró ante un grupo de periodistas, seis religiosos que también iban a intervenir en el sermón y un seminarista. Un momento histórico, pero a la vez fueron 20 minutos desgarradores frente a una iglesia deshabitada, sintiendo el eco de la incertidumbre, aunque también de la esperanza.

-¿Qué implica ser la primera mujer en predicar en el Sermón de las Siete Palabras?

Lo he vivido como algo muy sencillo, como una oportunidad de servir a mi iglesia en algo que creo que las mujeres podemos hacer.

-¿En varios países ya se ha dado esta figura?

Yo creo que sí. Incluso, en el mismo Perú hay otras zonas donde también las mujeres tienen un papel importantísimo, lo que pasa es que quizá se desconoce. Las religiosas hablan del evangelio en muchos lugares donde ni siquiera llegan los sacerdotes.

-¿Son señales de que, efectivamente, la mujer debe tener un mayor protagonismo en la Iglesia católica?

Yo creo que sí. La mujer tiene que encontrar un puesto en la Iglesia donde cada vez haya una mayor integración y asumir responsabilidades. El papa Francisco, a lo largo de su pontificado, está haciendo un esfuerzo por reconocer y mejorar la vocación y misión de las mujeres en la Iglesia.

-¿Sería descabellado pensar que en unos años una mujer presida una misa o pueda llegar a tener un cargo elevado en la Iglesia católica?

Presidir una eucaristía es algo que no se contempla en este momento, porque pertenece al ministerio sacerdotal. Lo que es distinto a ocupar puestos de responsabilidad dentro de la Iglesia, y en este sentido, creo que se están dando pasos.

-¿La inclusión de la mujer puede ayudar a la Iglesia para adaptarse a los nuevos tiempos y generar mayor empatía con la población?

Pues yo creo que sí. Además, las mujeres tenemos una capacidad de diálogo, de acogida, de escucha, de empatía y ayudaría mucho a este encuentro con el hombre no creyente. Quizás la mujer tiene una sensibilidad especial para poder entender y acoger.

Carmen Toledano nació en España. Está en el Perú desde hace cinco años.
Carmen Toledano nació en España. Está en el Perú desde hace cinco años.

-¿Cómo vivió el Sermón de las Siete Palabras?

La palabra que me tocó comentar fue “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Es un grito que hoy el mundo entero está pronunciando. Muchos hombres y mujeres viven la angustia, la desolación, el desconcierto, el miedo, la incertidumbre. Dios nos ayuda a vivir este momento desde la fe. La muerte no tiene la última palabra. Detrás de todo esto hay una vida, y una vida nueva. Por eso no podemos perder la esperanza.

-¿Pero qué les dice Dios a las personas más pobres, que no tienen qué comer?

Un momento así nos pide ser solidarios con la gente vulnerable. En ese sentido, se están dando iniciativas muy generosas. Dentro de la Iglesia, hay hermanos y hermanas que están saliendo a repartir alimentos. Por otro lado, hay mucha necesidad de darnos esperanza. Hay personas que solo quieren ser escuchadas. Entonces, el Arzobispado va a abrir una plataforma telefónica, donde vamos a participar las hermanas del monasterio para ayudar a tanta gente que está angustiada y sola, que no sabe qué hacer.

-¿Qué consejo daría usted?

Tenemos que ayudar a que cada uno esté donde tenga que estar. Quedándonos en casa es la mejor forma de cuidar a los otros, pero los que tengan que ayudar y salir, debemos animarles a que lo hagan. Por ejemplo, conmigo hablan algunas enfermeras que tienen miedo. Hay que agradecer su entrega. Hay que tener paciencia, saber esperar. También debemos llevar una vida equilibrada. Mucha gente se pasa el tiempo frente al televisor; hay que mantenernos informados pero de una forma que no nos haga caer en el pesimismo. Debe haber tiempo para estar en familia, para hacer ejercicio físico, para la oración.

-¿Qué hemos hecho mal?

Yo no creo que sea un castigo. Pero sí creo que tenemos que aprender de lo que está pasando. Vivimos en un mundo donde predominan las prisas, la eficacia, el placer, no tenemos tiempo para nada, siempre andamos corriendo. ¿De qué nos ha servido tanta velocidad? Es una llamada a vivir lo esencial. Es una oportunidad para valorar más a nuestras familias, para valorar más lo que soy, no lo que hago. Es un momento para levantar la mirada y ver más allá. Esta situación nos une a todos y nos dice que todos somos vulnerables. Vamos a ayudarnos, vamos a ser solidarios. Detrás de lo negativo veo cosas muy positivas. Se están dando las pautas para crear un mundo nuevo.

AUTOFICHA:

- “Me llamo María del Carmen, aunque soy conocida como Carmen. Mis apellidos son Toledano Sánchez. Nací en Talavera de la Reina, en la provincia de Toledo, España. Llevo cinco años en el Perú. Estoy echando raíces en esta tierra que me ha acogido, quiero a esta tierra”.

- “Tengo 47 años. Estudié Filología Hispánica, soy especialista en Lengua y Literatura. Luego estudié Ciencias Religiosas. Y a lo que me he dedicado es al acompañamiento personalizado. Por eso hice una maestría en Acompañamiento Psicológico y Espiritual”.

- “Soy la responsable de la Comunidad de las Hermanas Agustinas. También soy una enamorada de la literatura. Siempre digo: cuando sea mayor y tenga más tiempo libre, quizás escribiré un libro. Intento sacar tiempo para la lectura, es muy importante. Toda mi familia está en España”.

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