La periodista Dayana Cieza. (FOTO: Jesús Osorio Calderón).
La periodista Dayana Cieza. (FOTO: Jesús Osorio Calderón).

Se fue de vacaciones en un en tregua, en tensa calma navideña, luego de las primeras semanas del nuevo gobierno. Volvió y encontró un país convulsionado, con tomas de carreteras, ataques a aeropuertos y desabastecimiento. El primer reportaje fue un viaje a Madre de Dios. Luego, Pucallpa, Cusco, Puno. Tomando el pulso a la compleja realidad del Perú.

Dayana Cieza, de madre profesora y padre lingüista, es periodista hace 20 años. Ha pasado por los principales canales de televisión del país y hoy es parte del equipo de reporteros del programa dominical .

Aún recuerda aquella madrugada que tuvo que dormir en la puerta del penal de máxima seguridad de Challapalca, en las alturas de Tacna, a 4,800 metros sobre el nivel del mar. Su hija tenía meses de nacida y Dayana tuvo que sacarse la leche que no podía darle, y la botaba. No tenía opción a nada en medio de la nada. Solo esperar para ingresar al penal y obtener la información que necesitaba para el reportaje que preparaba. “Siempre tuve claro que quiero hacer esto”, me dice, pero su voz a veces duda y otras, se afirma en la convicción de sus palabras. Es lunes, su día de descanso.

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-¿Cómo está el Perú, aquel que late más allá de Lima?

Yo siento que el odio a los periodistas y a los limeños es bastante fuerte. Se piensa que los limeños tenemos la culpa de todo, que hacemos todo mal, que nos aprovechamos de la gente de provincias. Hay un odio que se ha venido exacerbando en el último año hacia la prensa. Se piensa que la prensa maneja discursos diferentes a la realidad. Tengo 20 años de periodista y antes, cuando te relacionabas con un hecho complicado o una situación convulsionada, era diferente: sabías que te presentabas como periodista y te respetaban, decir que eras periodista no te ponía en riesgo; en cambio, ahora no es así. En los lugares que he estado no he dicho que soy periodista; he grabado con equipos que no son con los que generalmente grabamos.

-¿En algunas de las recientes incursiones periodísticas no te descubrieron?

La única vez fue en Madre de Dios. Estábamos en una zona bien difícil. Asumo que era gente pagada por mineros informales. Era una zona minera informal. Primero pensaron que éramos policías. Pero cuando abrieron mi bolso, vieron mi micrófono con el logo.

-¿Cómo la libraste?

Tuvimos mucha suerte. Yo tenía un pechero y pensaron que yo había grabado con eso, y me lo arrancaron; entonces, se sintieron tranquilos. He dimensionado la situación cuando la gente se nos tiró encima porque estaban convencidos de que éramos periodistas, nos empezaron a tirar cosas. Avanzamos y vinieron encima del carro que habíamos alquilado y lo destrozaron. Una persona nos dijo: “Váyanse, por favor”. El chofer logró prender el carro y nos escapamos ya con el auto destrozado.

-¿Desde el periodismo tendríamos que hacer un mea culpa?, ¿en qué hemos fallado para que haya ese odio?

Hay periodistas buenos y malos. Hay programas buenos y hay programas malos. Cada quien tiene su cuota positiva y negativa en medio de todo lo que estamos viviendo. Gracias a Dios siempre he tenido jefes decentes y siempre he estado, por lo menos, intentando hacer las cosas bien. Obviamente, quizás hemos tenido errores, pero hemos estado siempre tratando de hacer las cosas bien. Siempre hemos tratado de estar en el medio para que, precisamente, no nos califiquen de un lado ni del otro.

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-Empezaste a estudiar periodismo en un país que venía de una crisis, en los 90, y ejerciste la carrera en un país que parecía renacer, ya sobre los 2000.

Siempre me gustó el periodismo. Tenía dos opciones súper claras: ser lingüista como mi papá o periodista, pero en mi casa siempre estábamos involucrados en la realidad, siempre viendo los programas políticos de noche o los domingos.

-Tu padre habría querido que seas lingüista.

Me apoyó en todo. Él ahora está feliz con lo que elegí porque se dio cuenta de que no me equivoqué. Claro, se preocupa un montón porque sabe que nunca estoy, vengo y voy, siempre en situaciones complicadas.

-También te amenazaron luego de un reportaje sobre el penal de Lurigancho. ¿En algún momento has pensado dejar el periodismo?

Con el periodismo tengo una relación medio extraña: me voy, lo extraño y vuelvo. Me fui porque tuve mi bebé y yo viajaba, venía, salía. Llegó un momento que pensé que tenía que parar. Sentí culpa porque mi hijita estaba bebita. Pero descansé un par de meses y volví.

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-¿Por qué volviste?

He vuelto a la televisión como unas cuatro veces, creo.

-¿Pero por qué vuelves?

Eso me dice todo el mundo (ríe). Nuestras jornadas son bien duras, las madrugadas de los sábados nos la pasamos escribiendo, pauteando, el domingo editamos. Sábados y domingos totalmente desconectados del mundo, porque estás haciendo tu chamba. No hay posibilidad de que hagas vida familiar ni amical, ni nada. Entonces, llega un momento en que dices: “¿Pucha, en qué momento vivo?”. Y digo: “Ya, paro”. Pero me gana nuevamente esta conexión extraña que tengo. Es este amor extraño que tenemos por el periodismo y la tele.

-¿Amor a qué?

Yo creo que al proceso: el contar historias, construir historias, cómo cuentas una realidad en 13 minutos. Es bonito pero es duro. Y en estos tiempos es más difícil hacer tu chamba. Pero gracias a Dios siempre he tenido la posibilidad de volver.

AUTOFICHA:

-“Soy Dayana Cieza Novella. Tengo 44 años. Nací en Lima. Mi mamá es limeña y mi papá es de Cajamarca. He tenido una relación muy especial con mi padre; eso de cierta manera me incentivó a ser periodista. Siempre me inculcó la lectura. Yo era trome en percentiles ortográficos”.

-“He sido súper buena en ortografía, pero en matemática he sido un desastre. Estudié Comunicaciones en la San Martín. Empecé en Canal 7, siendo reportera del noticiero, luego fui conductora. Pasé a Buenos Días Perú en el 5 y luego nos llevaron a Latina”.

-“Volví al 5, a 24 Horas. Pasé a Panorama y estuve casi ocho años. Ahora, aquí en Cuarto Poder, estoy enfocada en el programa porque hoy es más competitivo todo, tienes que hacer que tu nota llegue hasta el domingo, y tiene que ser una nota potente. Cada semana es competir contigo misma”.

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Pedro Yaranga

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