Foto: Lukas Mauerhofer
Foto: Lukas Mauerhofer

Leandro Gómez es una persona polifacética. El joven de 29 años viene combinando todo lo que le apasiona, sin importarle la opinión que otros podrían tener. Desde su faceta como miembro de la agrupación Legión 501, donde se disfraza como un personaje de las películas de Star Wars para realizar obra social, hasta su lado como investigador académico sobre los videojuegos.

En los últimos ciclos en la Pontificia Universidad Católica del Perú, una de sus profesoras le dijo a Leandro que su tesis debía hacerse de algo que le gustara, porque así se sentiría motivado a investigar. Siendo muy aficionado del popular videojuego Dota, él decidió hallarle un enfoque y sentido académico a su afición y, tras dos años de intenso trabajo, terminó consiguiendo su licenciatura con la tesis Del hábito cotidiano a la profesionalización entre videojugadores en línea: la interpretación de los videojuegos como contenido audiovisual en jugadores de la Lima Metropolitana en la década del 2010.

Cuatro años después y tras ponerle una pausa a su carrera como productor audiovisual en el Perú, Leandro ha logrado en conseguir el grado de magíster en la Universidad de Klagenfurt, Austria. Su tesis, titulada La aplicación de videojuegos cooperativos como desarrolladores de habilidades sociales en niñas y niños, es una investigación con la que espera contribuir al campo de estudio sobre videojuegos y a promover que cada vez más personas se animen a investigar sobre temáticas que los apasionen.

¿Cuál fue tu primer acercamiento con los videojuegos?

Soy muy fanático desde pequeño. Yo era ese clásico hermano menor que veía a sus hermanos mayores jugando. En mi caso, veía a mi hermano mayor y a mi primo jugar Super Nintendo. Yo amaba jugar Power Rangers, pero a ellos les gustaba jugar más al International Superstar Soccer Deluxe, juego que no me gustaba tanto. Luego, al darme cuenta de que ellos no podían superar algunos juegos como Joe & Mac y Spiderman, yo me puse de meta superar estos juegos y lo logré. Tras ello, tuve una Nintendo 64 y me fui enganchando cada vez más. Después con mis amigos del colegio empezamos una pequeña comunidad que disfrutaba de los videojuegos de competencia como Super Smash Bros y otros. En realidad, gracias a ellos, conocí el Dota, juego que finalmente me impulsó a iniciar mis investigaciones.

¿Alguna vez te imaginaste que tu afición por los videojuegos podía repercutir en tus estudios o en trabajo?

Desde que estudié teatro en el colegio, he tenido una forma distinta de ver las cosas. Me dio esa seguridad de hacer las cosas a mi manera. Recuerdo que en quinto de secundaria me repetía a mí mismo “el mundo tiene sus reglas y tú estas jugando bajo esas reglas. Quieras o no, tendrás que jugar bajo esas reglas”. Entonces, llegué al punto en el que entendí que, si definitivamente debía jugar bajo esas reglas, al menos podía hacer las cosas divertidas para mí. No tenían que ser divertidas para el resto, sino para mí. ¿Quién se tomará el tiempo para investigar para la tesis? Finalmente, las cosas las haría yo y era mejor hacerlas divirtiéndome. Puedes seguir las reglas del mundo divirtiéndote. Cuando me tocó hacer mi tesis, lo hice de un videojuego que me gusta. Lo hice sabiendo que aún hay mucha gente en Perú que no ve a los videojuegos como un tema digno de investigar. Puedes realizar un estudio de videojuegos o de lo que quieras, pero igual estás en el mundo real y tendrás que trabajar y buscar contribuir a la sociedad. El hecho de que hagas algo que sobre lo que guste no hace de que trabajes menos.

Existe una perspectiva negativa de que los videojuegos hacen agresivos a los niños. Como investigador, ¿es complicado lidiar con estas ideas frecuentes?

Es algo que siempre existirá. El estudio de videojuegos es una ciencia relativamente joven que se apoya en otras ciencias para tener un aporte. Mucha gente podrá decirte que hay temas más relevantes. Puede ser cierto, pero esto también es importante y de interés para muchas personas. Hay muchos estigmas con los que se tiene que lidiar. No es algo solo de los videojuegos. Por ejemplo, las artes escénicas tienen un buen tiempo lidiando con estereotipos. Hay mucha gente que no estudia carreras relacionadas al arte porque sus padres piensan que es una pérdida de tiempo. Justamente, mis investigaciones en videojuegos buscan medir el impacto positivo de los videojuegos en la vida diaria.

¿De qué forma consideras que contribuyen tus últimas investigaciones?

Creo que, cuando se dio a conocer la noticia de mi licenciatura, a muchos les pareció gracioso que un estudiante de la PUCP se graduó con una tesis de Dota. De hecho, leí los comentarios de las noticias en redes y eran pocos los que decían que mi investigación era una pérdida de tiempo. Felizmente, la mayoría decía: Pero antes de opinar lee la tesis, porque no se trata de Dota. Lo que sucede es que Dota 2 y la plataforma Twitch eran los canales de estudio de mi investigación. De lo que realmente se trata el estudio es sobre cómo los canales de streaming de videojuegos se convierten en una producción audiovisual impulsada por el streamer y la audiencia. De manera simple y si lo aterrizamos con una analogía, así como hay gente que le gusta mirar fútbol y no jugarlo, también hay personas a las que les gusta ver jugar a otros jugar videojuegos y no jugarlos. Mi otra investigación, la del máster, estudia cómo los videojuegos cooperativos ayudan a los niños a desarrollar sus habilidades sociales. Es importante que el sistema académico se apoye en plataformas digitales como los videojuegos para lograr que los más pequeños desarrollen más estas habilidades. No se trata solo de ser pedagógicamente capaces, sino de encontrar un balance, porque finalmente esos dos aspectos son los que sirven en el mundo real.

¿Qué tan diferentes son los avances en investigación sobre videojuegos en Europa? ¿Qué tan atrasada está nuestra región en este campo de estudio?

Es muy diferente. Pese a que se trata de una ciencia es relativamente joven, hay bastantes avances allá. Por ejemplo, antes de ir a Klagenfurt fui a Madrid y se estaba realizando una gran exposición de la fundación La Caixa sobre videojuegos. Me sorprendió encontrar una librería de textos sobre videojuegos. Compré un libro llamado “Powerplay: como los videojuegos pueden salvar el mundo”, que recopila historias de cómo los juegos impactan positivamente en el mundo. Recuerdo que uno de los capítulos trata de cómo un hospital de Estados Unidos creó su propio videojuego para que los niños que padecían de cáncer pudieran jugar y comprender mejor qué pasa con su cuerpo con las quimioterapias que deben enfrentar. Al empezar mis estudios en la Universidad de Klagenfurt, me sorprendió cuando mi asesor me dijo que me dirigiera a la biblioteca a la sección de estudio de videojuegos. Es completamente otro mundo.

Tras terminar tu grado en Austria, ¿qué proyectos tienes? ¿qué es lo que se viene?

Estoy regresando a Perú. Me estoy juntando con compañeros amigos, con quienes he trabajado antes, porque estamos creando nuestro propio proyecto de producción de eventos de videojuegos. Yo tengo experiencia en producción, uno de mis compañeros tiene la experiencia de haber trabajado con Infamous, equipo peruano profesional de Dota, y el otro tiene experiencia con el streaming y torneo de videojuegos. Hemos hecho toda la vida trabajos independientes y creemos que es hora de hacer un trabajo independiente, pero propio. Igual sabemos que debemos empezar de a pocos y mientras me pondré a trabajar en producción y en actuación para poder financiar este proyecto en mente. Nuevamente estoy juntando dos cosas que me apasionan: videojuegos y producción, que es mi profesión y a lo que me vengo dedicando en los últimos años. Queremos hacer crecer esto y dejar en claro que se puede trabajar en videojuegos profesionalmente.

AUTOFICHA

“Soy Leandro Gómez Torres. Tengo 29 años y nací en Lima. Me desarrollo como productor de campo, pero también estoy dedicado al estudio e investigación de videojuegos. Soy licenciado en Comunicación Audiovisual por la PUCP y magíster por la Universidad de Klagenfurt”.

“También soy actor y estoy practicando actuación de voz. En mis tiempos libres juego videojuegos y formo parte de la Legión 501, que es una agrupación internacional de fanáticos de Star Wars dedicada principalmente a realizar obra social y promover el fanatismo”.

“Hace poco crucé a pie todo el país de Luxemburgo en solo un día. Fueron 94 kilómetros recorridos en 18 horas y 45 minutos. Esta caminata la hice usando mi traje de Anakin Skywalker, de la Legión 501, para promover que la gente done a la Casa Magia para niños de escasos recursos que padecen de cáncer”.

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