Lizardo Cruzado, poeta y psiquiatra. (FOTOS: RENZO SALAZAR)
Lizardo Cruzado, poeta y psiquiatra. (FOTOS: RENZO SALAZAR)

Marco el teléfono a las 5 de la tarde. Y “Cinco de la tarde” es uno de sus poemas. Un maletín James Bond, el libro La madre de Máximo Gorki, cuarto grado de primaria, los amigos, las bromas. Todo bajo ese título horario. Lizardo Cruzado dice que su talento es, sobre todo, relacionado con lo autobiográfico. “Mi poco talento”, aclara el autor de No he de volver a escribir (Pesopluma, 2019), su segundo libro en más de dos décadas y que acaba de obtener el 2021, categoría Poesía.

“Yo soy tú misma, madre”, escribe en “Madre”, uno de los últimos poemas que confeccionó para el libro, que reúne textos escritos en los últimos años previos a la publicación. Ella tiene más de 80 años, es nerviosa, tímida, obsesiva, a veces muy insegura, un poco dependiente, a veces quebradiza. Así la describe, así se describe. “Tengo versos dedicados a mis hermanos, a mi padre, pero no había para mi mamá. Y, finalmente, me di cuenta de que casi no la veo como un ser externo a mí”, dice el vate que trazó sus primeros a los 7 años y recuerda los versos escolares que ella, como profesora, escribía.

“Las palabras” es otra pieza emotiva del autor trujillano de 45 años. En ella describe a su padre como un hombre de pocas palabras y asegura que casi no se parece a él, excepto en su dedicación a la docencia universitaria. Desde los cuatro años sabía que iba a ser médico, y así fue, especializado en Psiquiatría. posee muchas palabras, la escrita, la oral. Escribe recetas, conversa con sus pacientes y ya ensaya con un próximo libro, esta vez sobre la ansiedad. Le pregunto si hoy también crea poesía. “Imagínese lo que sería escribir un conjunto de textos de uno mismo cada uno o dos años. Hay que vivir, hay que madurar, hay que caminar para ver los pasos de uno”, responde con voz engolada y serena.

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-Usted dice que la poesía es un juego, en el sentido lúdico de la palabra, un pasatiempo. Y con ella acaba de ganar el Premio Nacional de Literatura.

No me dedico a ella de una manera regular y de hecho cuando tuve que escoger una vocación, me di cuenta de que yo no tenía vocación para la literatura. Quizá tenía algún diminuto talento para la literatura, pero una vocación es otra cosa. Vivir en constante contacto, hacer de tu pasión un objeto profesional y dedicarte a ello no era lo mío. Desde niño supe que si tenía que vivir de algo, no iba a ser de la literatura. Tenía una vocación por la carrera médica como finalmente lo hice. Ahora, sí es juego, en la mejor acepción del término: la creatividad, el descubrimiento del mundo para un niño, una interacción que no es ligada por algo estrictamente comercial o crematístico.

-¿Pero cómo se explica que con solos dos libros haya gestado seguidores y, nada menos, un Premio Nacional?

Bueno, hay cosas inexplicables incluso dentro de la ciencia. Y para mí, esto es algo inexplicable pero que me llena de gusto. Yo creo que este premio es un reconocimiento a la poesía en cuanto es cultivada por mucha gente como yo, sin una carrera estructurada, sin un afán literario. Mucha gente es aficionada, mucha gente escribe y sus papeles se quedan arrumados, olvidados. Mucha gente tiene poemas en las últimas páginas de sus cuadernos. Mucha gente vive en poesía, pero no la ejerce escribiendo. Al final, uno nunca deja de ser poeta.

-¿Cómo es vivir en poesía?

Hoy en día en que se exigen hechos y se privilegian las cosas, la poesía se mantiene como la más pura expresión de la palabra simple, de la palabra sencilla. Todos alguna vez hemos escrito un poema. Dada mi condición de aficionado, quiero creer que este premio es, de alguna manera, un reconocimiento a esa poesía de aficionado, no profesional, de pasatiempo. Me siento contento de que los versos que he escrito hayan sido favorecidos por este misterioso fallo del jurado.

Conjunto de poemas publicado en 2019.
Conjunto de poemas publicado en 2019.

-Este es mi cuerpo es su primer libro, publicado en 1995. ¿No he de volver a escribir marca una suerte de regreso o tendremos que esperar otras dos décadas para una tercera obra?

El título del libro es un epígrafe de Luis Hernández que en su versión completa el verso dice: “No he de volver a escribir como lo hice cuando el corazón era joven”. Y es un hecho, nadie vuelve a escribir como en sus años mozos. Se dice que yo había desaparecido, que me había ido; tampoco andaba de parranda (ríe). Estaba estudiando, la carrera es larga, tediosa, uno tiene que hacer la especialidad, tiene que comprometerse con su carrera. Sin duda, he de volver a escribir, pero obviamente ya con otra perspectiva. Vivo un poco a caballo entre el mundo de la ciencia y el mundo del arte. Se me había ocurrido hermanar un poco eso, hacer un texto de divulgación sobre, por ejemplo, la ansiedad, una emoción tan cercana y a veces tan inexplicable. Un poco para mantener caliente la pluma y evitar esos silencios prolongados. Pero una de las cosas que me disuadieron de una carrera literaria fue el tener que escribir porque tengo que seguir escribiendo para estar en el candelero y para tener una línea de evolución. He de volver a escribir, sin duda, pero al ritmo de la afición, del pasatiempo.

-¿Leer y/o escribir puede ser parte de alguna medicación?

A muchas personas en mi consulta recomiendo que escriban un diario, porque al convertir el pensamiento en palabra, ya sea verbal o escrita, el mundo se organiza. La lectura también. No sé por qué los libros de autoayuda tienen un prestigio un poco negativo. Leer un libro de autoayuda es una forma de psicoterapia.

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-“El fin” cierra No he de volver a escribir. Y plantea algunas preguntas, entre ellas: “¿Cómo saber a cuál fin / Estoy arribando? / ¿Cómo saber si esto es algún fin? / ¿Estoy llegando?”.

Esos versos fueron escritos en el fin de una etapa de mi vida personal. Pero son la metáfora de todos los momentos finales que uno atraviesa en su existencia porque son pasos y espacios temporales que tienen un fin. Ahora estoy iniciando seguramente otra etapa. Fin no solo es un término, sino también un propósito. Y siempre que hay un final, hay un inicio, una continuidad, una flecha buscando un blanco.

AUTOFICHA:

- “Soy Lizardo Cruzado Díaz. Nací en Trujillo, en 1975, tengo 45 años. El año 2003, a los 26 años, me vine a Lima para hacer la especialidad de Psiquiatría en la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Felizmente, tuve la suerte de conseguir trabajo y me fui quedando (en Lima)”.

- “Soy un médico psiquiatra en el Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado - Hideyo Noguchi, docente en la Universidad Peruana Cayetano Heredia y trabajo en la consulta privada. Yo no tuve vocación por la carrera literaria, tuve vocación por la Medicina”.

- “Disfruto leyendo narrativa, más que la poesía. Lo último que estuve leyendo fue Días contados de Luis Jochamowitz y Rafaella León. Ojalá que mi librito sobre ansiedad lo tenga para principios del próximo año, la ciencia necesita divulgarse porque vivimos en un país que está de espaldas a la ciencia”.

El poeta y su obra. (FOTOS: RENZO SALAZAR).
El poeta y su obra. (FOTOS: RENZO SALAZAR).

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