Conversamos con el ceramista Nagib Zariquiey. (Perú21/ César Campos)
Conversamos con el ceramista Nagib Zariquiey. (Perú21/ César Campos)

Su nombre y su apellido materno son de origen árabe. Su abuelo, de padre palestino, retornó al Perú con la mayoría de edad y ancló en Acarí. Un valle a 50 kilómetros de Puerto Lomas, que era una puerta de entrada del comercio, una suerte de isla conectada a la costa arequipeña. Su familia se dedicó a la pesca artesanal y llegaron a tener 12 botes. “Mi mamá me contaba que los pescados abundaban, incluso en la playa mansa”, recuerda. Pero la pesca decayó y su familia volvió a Acarí para dedicarse a las chacras, donde sembraron olivos.

Esa vocación por el mar y la naturaleza la ha heredado Nagib Zariquiey Morcos, el ceramista que desarrolla piezas de arte utilitario para los restaurantes Central, Maido, MIL, Kjolle y Mayo, pero que también tiene una vena netamente artística que ahora pone a prueba en la muestra colectiva Punto de fusión en la galería Dédalo, en Sáenz Peña 295, Barranco. La exposición va de lunes a sábado, de 10 a.m. a 8 p.m., y los domingos de 11 a.m. a 7 p.m. El ingreso es libre.

Su apellido paterno tiene origen vasco. Una raíz en la que no ha profundizado. Es una tarea pendiente conocer el País Vasco y Palestina. Mientras tanto, sus mejores recuerdos navegan en Acarí y Puerto Lomas, donde incluso ha vivido. Asegura que su niño interior habita en Lomas. El ceramista nos recibe en Altamar Ceramic Studio, taller barranquino donde trabaja con Diana, su madre. Estamos rodeados de vajilla utilitaria que, a la vez, se asemeja a piezas de arte, que parecen extraídas del mar.

¿Cómo suma ese bagaje familiar en tu obra?

Está en la conexión que tenemos con la naturaleza. He vivido en Acarí tres años, allá hice desde sexto de primaria a segundo de secundaria. Fue clave ese cambio. Nos sacaron de la ciudad para ponernos en el campo. En el tiempo libre montábamos bicicleta o íbamos a la chacra. Había naturaleza en todas partes y eso desarrolla tu sensibilidad. Lomas es una playa muy rica, tiene varios escenarios: playa mansa, playa brava, hay peñas. En general, las playas arequipeñas son hermosas. Creo que de ahí nace nuestra fijación estética por las texturas orgánicas, geológicas, que los colores parezcan naturales. Mi manera de expresarme con el arte viene al intentar conectarme con mi niño interior y jugar.

También eres diseñador gráfico. ¿Hay mucha distancia entre el arte y el denominado arte utilitario?

Justamente lo que intento es hacer puente entre el arte y el diseño utilitario. En Altamar tratamos de hacer piezas versátiles y funcionales, pero que tengan carácter. Que las uses y sientas algo o te transmitan algo.

Sin embargo, desde algunos sectores del arte se asegura que una pieza utilitaria no es arte.

Una pieza utilitaria también involucra un proceso estético, el desarrollo de un concepto.

¿La vajilla es parte de la experiencia gastronómica?

Sí. Una pieza debe potenciar el concepto del plato. En el caso de Central, ellos vinieron con una idea: queremos un vaso inspirado en el mar, en el océano, en el Perú. Dicen cuál será su uso, las proporciones y después ellos esperaron mis propuestas. Ahí está nuestro reto y habilidad. Ahí está el arte: ser versátiles y poder desarrollar una pieza. Hice una textura que parezca una roca del Perú: media oscura, media negra y por dentro fue azul verdoso como el mar peruano.

¿Qué trago se sirve en ese vaso?

Uno que se llama Lágrimas, que tiene agua de mar (que lo desarrollan en su laboratorio), pisco, algas marinas. Un trago marino.

No probaste el trago antes de hacer el diseño.

No. Hubiese sido bueno (risas).

¿En tu obra se impone la perfección o la espontaneidad?

Con mi madre siempre decimos que, cuando hacemos una pieza, está el concepto de lo perfectamente imperfecto. Me gusta mucho ser muy detallista, pero que se sienta natural, que no pierda carácter ni expresividad. Si pierde eso, la pieza muere un poco.

Y pasa al plano solo utilitario.

Así es. Hacemos formas básicas, pero en mi investigación de esmaltes, trato de darle ese carácter a la pieza. Hay esmaltes que tienen mucha expresividad por sí mismos.

¿Tienes un conflicto permanente entre lo utilitario que debe ser y lo artístico que tú quieres que sea?

Lo bueno es que hemos trabajado con restaurantes que se permiten tener piezas que no sean expresamente utilitarias.

¿Central es tu cliente más experimental?

Sí. Como tienen que estar constantemente innovando, sus proyectos son una nueva aventura.

¿Procuras no hacer una pieza que opaque al platillo o a la bebida?

Nuestra estética es sobria. Me gusta que las piezas hablen del concepto, pero que no lo griten. Tiene que haber equilibrio.

Tu obra es contemporánea, pero al mismo tiempo es parte de una técnica ancestral. ¿Cómo asumes la idea de preservar cierta tradición y, a la vez, ser atrevido?

La cerámica te da posibilidades infinitas y la búsqueda de cada ceramista nunca termina. Trato de referenciarme con la naturaleza. No pienso en tradición o vanguardia. Trato de ser más impulsivo y aplicar lo que mi mamá y mi abuela hicieron: observar la naturaleza, registrarla y maravillarse con ello, que es muy puro.

¿Eres artesano o artista?

Supongo que nunca me he definido como uno de ellos. Cuando estaba estudiando Arte, siempre me estaba moviendo en distintas disciplinas y terminé en Diseño Gráfico.

¿O diseñador?

No sé. Quizás las tres al mismo tiempo. A veces una, a veces otra.

Y también eres empresario.

Así es. Ser ceramista es equilibrar todo.

AUTOFICHA:

- “Tengo 29 años, nací en Lima el 24 de abril de 1990. Estuve en La Inmaculada, luego estudié en Acarí en el colegio Centro Técnico Parroquial San Martín de Porres. Volvimos y estudié en el colegio Cristo Salvador. En la PUCP pasé por Letras, Arte y terminé en Diseño Gráfico”.

- “Altamar la tengo desde hace casi tres años y me dedico al 100%. Al comienzo fue como un hobby, mientras estaba en clases en la PUCP. Enseñaba y llegué a tener hasta 15 alumnos a la semana. Desde enero de este año empecé con los restaurantes y nunca paré”.

- “Me gustaría estudiar algo relacionado al diseño de producto e investigar más en procesos de cerámica. Pero definitivamente no quisiera industrializar Altamar. Este año hemos estado de un proyecto a otro, sin respiro. Para 2020, definitivamente, quiero explorar más mi lado artístico, ya está decidido”.