Dice mucho de nuestro sistema democrático e institucional que un personaje aparentemente débil, sin liderazgo ni aliados ‘capaces’ tenga al país en jaque. (Foto: Presidencia de la República)
Dice mucho de nuestro sistema democrático e institucional que un personaje aparentemente débil, sin liderazgo ni aliados ‘capaces’ tenga al país en jaque. (Foto: Presidencia de la República)

A pesar de la importante desaprobación, indicios de corrupción e incapacidad, Castillo ha subido en las encuestas y se mantiene en la presidencia sin ruido en la calle. Por menos han sido vacados o renunciados otros mandatarios.

Rolando Arellano (El Comercio) ensaya una explicación: 20% de la población identificada con el perfil de “un presidente como yo” tiene bajos ingresos, son de zonas rurales, tienen acceso limitado a redes sociales y prensa, donde los “argumentos económicos o políticos” les recuerdan las desigualdades del Perú y no un tema de coyuntura. El discurso contra la prensa, empresarios y ‘dueños del país’ tiene acogida.

Castillo, victimizado (la prisión preventiva de Yenifer lo favorece), recurre al populismo y al enfrentamiento con un discurso incendiario donde atacar es la mejor defensa. Amenaza con movilizaciones (ronderos) de dudosa acogida. Corrupción siempre hubo, los poderosos (Lava Jato) andan sueltos (argumento irrebatible). La victimización incide en la corrupción del pasado y en un ensañamiento con el ‘prosor’, que es “como uno”.

La desaprobación está dividida por ideologías, partidos y pensamientos. La oposición no está articulada pese al desastre; está sin líder ni consenso sobre la salida: Boluarte, vicepresidenta, sería sucesora legal. Algunos propugnan adelantar elecciones. ¿Se van todos o solo el presidente? El Congreso eleva su desaprobación ante la imposibilidad de vacar a Castillo, que se ha dado maña a través de los ‘Niños’ para evitar 87 votos para la vacancia (pero desaforan a Lady Camones en una).

Castillo aprovecha el manto presidencial para obstruir la justicia. Su renuncia es improbable; iría a prisión, no a su casa. ¿La frustración llevará a la ciudadanía a las calles? Dice mucho de nuestro sistema democrático e institucional que un personaje aparentemente débil, sin liderazgo ni aliados ‘capaces’ tenga al país en jaque.

TAGS RELACIONADOS