Rossanna es presidenta del directorio de Caja Los Andes y del directorio de The Wharton School para Lationamérica.
Rossanna es presidenta del directorio de Caja Los Andes y del directorio de The Wharton School para Lationamérica.

Rosanna tenía solo ocho años cuando su mamá decidió encomendarle la responsabilidad de manejar la caja de la farmacia que administraba en Ica. “Sí, sé sumar”, les respondía a los clientes curiosos que no le despegaban la mirada mientras ella les entregaba el vuelto. Con el pasar del tiempo, nada ha cambiado. Ese mismo compromiso es lo que la motiva a diario colocar su “granito de arena” para que el Perú sea un país con mayor inclusión financiera y menos pobreza. Desde su cargo como presidenta del directorio de Caja Los Andes, Rosanna busca continuar democratizando los servicios financieros más urgentes en las distintas zonas rurales del país.

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Usted es de Ica y pasó muchos años estudiando y trabajando fuera del Perú. En todo este tiempo, ¿siente que se ha podido cerrar algunas brechas socioeconómicas en las regiones del país?

Tuve la gran fortuna y bendición de tener padres que me orientaron a tener una meta académica muy disciplinada. Gracias a ello pude estudiar en los Estados Unidos, pero siempre con la convicción de regresar y retribuir. Creo que eso es muy común en los peruanos que dejan el país. Lamentablemente cuando me gradué como ingeniera electrónica comenzó la época del terrorismo y no pude regresar como tenía pensado. Luego, cuando tuve la oportunidad de volver, me di cuenta que las brechas de pobreza que yo conocía se habían ahondado todavía más. Eso fue cambiando desde los años 90, pero aún existen brechas muy profundas.

La crisis generada por el COVID-19 ha acentuado más estas diferencias. ¿Por qué ocurren estas desigualdades pese al crecimiento económico?

Soy capitalista y creo en ese modelo. En los últimos años se ha podido inyectar el capital necesario para crecer económicamente, eso es innegable. Esto ha permitido reducir el nivel de pobreza y crear una nueva clase media. Se ha dado bastante progreso, pero lo que dejamos de ver es que aún existen unos extremos demasiados pronunciados. Hay pocos peruanos con mucho y muchos con poco, es un problema que sigue y no se ha resuelto. Con crisis como las de ahora, esas problemáticas se desnudan y se acentúan. Es algo que tiene que cambiar y justo eso buscamos con Caja Los Andes. Nuestro propósito es lucrar como cualquier banco, pero sin perder de vista nuestra misión social que es igual de importante.

Precisamente, Caja Los Andes nació con una agencia en Puno, una de las regiones más pobres del país. Hoy cuentan con presencia en 18 departamentos, ¿cuál considera que ha sido su aporte?

Nuestro granito de arena es la inclusión financiera, es decir llevar los servicios financieros a los que más lo necesitan. La misión que tenemos es tratar de reducir la pobreza, y la pobreza está en muchas zonas rurales a las que hemos llegado. Es importante estar ahí, el progreso de estos lugares ha mejorado, pero no al ritmo que uno puede ver en la costa. Ese es el gran desaliento de la mayoría de los peruanos. Toca seguir trabajando para reducir diferencias. Se puede hacer muchas cosas con un modelo que, además de generar rentabilidad, también tenga una misión social. Eso es el presente y el futuro de las empresas.

Caja Los Andes tiene una clara misión social como empresa, ¿qué tan parecida es a su misión como persona?

Es prácticamente la misma, es lo que motiva día a día. Cuando muera, quiero que en mi tumba diga: Rosanna contribuyó a reducir la pobreza en su país.

¿En el mundo financiero existe cabida para la solidaridad?

En estos 30 años de experiencia y desde que me gradúe de The Warthon School, he visto un cambio casi radical en la evolución del capitalismo. En mi época, nunca se hablaba de impacto social, solidaridad o responsabilidad con las comunidades. Eso ha ido cambiando poco a poco. En la reciente década, el objetivo del financiamiento mundial se dirige a empresas que cumplen retornos a sus accionistas, pero que también integran medidas de inclusión, responsabilidad ambiental y equidad de género. Eso ya es parte del vocabulario en Wall Street y es algo bueno. Ya no vivimos como en los 90, donde solo se buscaba maximizar intereses personales.

¿Por qué existen exclusiones en el sistema financiero?

Siento que, hasta ahora en el Perú, existe un grave problema de discriminación, ya sea racial, étnica o de género. Esto es una problemática muy profunda y una gran debilidad. Muchas personas creen que, porque son de Lima, valen más que el resto. Eso es totalmente errado. Por ejemplo, en toda empresa exitosa se requiere de diversidad. Eso es lo que finalmente fortalece las organizaciones. Sin embargo, por alguna razón, esto continúa siendo en el país una de nuestras grandes limitaciones. No deben existir diferencias, todos tenemos derecho tener a tener acceso a un sistema financiero formal. Es un gran freno que tenemos y se ha evidenciado más durante la pandemia. ¿Cómo brindas ayuda económica a una persona que no está bancarizada? Hay peruanos que han caminado 4 o 5 horas para cobrar un bono.

¿Cómo estos microcréditos pueden cambiar la vida de los peruanos que viven en zonas rurales?

Hay muchas historias que puedo contar. Recuerdo a uno de nuestros clientes que vive en las orillas del lago Titicaca y forma parte de la comunidad aimara que crían truchas. Fuimos a visitarlo a él y a su familia. Nos recibieron cálidamente porque fuimos la única entidad financiera que creyó en ellos para darles un crédito. El señor nos subió a su balsita para mostrarnos emocionado cómo había invertido el dinero en la infraestructura para su negocio. Ese mismo día, otra familia de criadores de truchas nos contó que gracias a los microcréditos sus hijos pudieron estudiar en una universidad. Eso es impacto social. Tiempo después regresamos y sus hijos ya eran ingenieros e incluso utilizaron lo que aprendieron como universitarios para hacer crecer el negocio de sus padres.

AUTOFICHA:

-“Mi nombre es Rosanna Ramos-Velita. Actualmente soy presidenta del directorio de Caja Los Andes y del directorio de The Wharton School para Latinoamérica. Me gradué en Ingeniería Electrónica e hice un máster en microelectrónica en Estados Unidos. También llevé un MBA The Wharton School y un máster en negocios internacionales en The Lauder Institute”.

-“Soy iqueña y me apasiona todo lo que es Ica. Amo sus piscos, sus vinos, sus mangos y me encanta el calor de mi tierra. Es algo que llevo conmigo siempre”.

-“Me gusta el tenis, lo practico y sigo bastante. Soy tenista, es una de mis más grandes pasiones. También me encanta pasar tiempo con mi familia. Soy también de ese tipo de personas que les gusta tener siempre nuevas aventuras. Me gusta conocer diferentes personas y culturas. Eso me hace alguien feliz”.

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