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Redacción PERÚ21

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Jaime Cabrera Junco

Las une su relación con los diarios. Poseen una belleza que perturba, que avasalla a la cámara. Las dos han posado desnudas. Ambas tienen un vínculo especial con La Habana, aunque en una es más intenso que en la otra. Nos referimos a y a , escritoras ambas, aunque esta última más cubana que aquella. Posar desnuda en La Habana (Alfaguara, 2011), novela que acaba de llegar a nuestras librerías, está escrita en forma de un diario y narra un pasaje que poco se conoce en la vida de Anaïs Nin: su visita a La Habana en busca de su padre. Este libro, producto de doce años de investigación y de mimetización, es también un homenaje a esa mujer que expresaba su erotismo como una exaltación de la libertad.

Dijiste alguna vez "Yo vivo en un país donde la historia marca tu vida". Te lo menciono porque siempre te preguntan sobre el significado que tiene escribir desde un país como Cuba, al que no se asocia precisamente con la libertad de pensamiento. Dicho de otra forma, ¿qué es para ti escribir desde un país en el que, como dices, la historia marca tu vida?Llegué al mundo un día helado, el 11 de diciembre de 1970, en Cuba. Afuera había dos grados de temperatura, algo extraño para el Caribe. Pero nada de eso me hizo diferente. Cuando abrí mis ojos, pues, ya estaba construido un proyecto político-social que era invariable: o te integrabas de niña o tus padres eran regañados; pues nunca tuvieron una autoridad real para determinar sobre tu futuro, tus vocaciones, tu destino escolar o militar hasta entradas "horas" de la adolescencia. Sabías que tus padres no eran respetados si tus opiniones o deseos eran contrarios a lo ya planeado para ti. Si no querías estar en una Escuela al Campo, no importaba, la obligación arrastraba hasta la voluntad familiar. Si no querías pasar la Preparación Militar, si no querías estudiar algo que te era impuesto un programa de estudio con una doctrina específica, una lengua maravillosa pero lejana, como el ruso, si no querías ser parte del resto, no importaba, eras parte y tenías que asumirlo. Lo que tomabas, comías, sentías que pertenecía a un proceso colectivo. "Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada". Esta era la consigna y tras ella el "tomo" era sobre todas las cosas nuestra vida. ¿Cómo separar ahora entonces historia, cotidianidad, destino, vida?

¿Y cómo es que vinculas los diarios que escribías desde los ocho años con la poesía?La poesía encarna con su protección sonora. Lo que le pasa al autor no le pasa al poema. Puedes jugar con los sobrentendidos. Puedes esconderte detrás de las imágenes bárbaras, los amplios panoramas visuales, los muros de agua y las persecuciones de tus propios demonios. Hablas de tu intimidad de una manera nómada y rebuscada, simple o genérica, pero el diario es puramente algo contigo.

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