“En los 45 años que tengo trabajando acá, nunca había visto algo así. Siempre había gente, adultos, niños, ancianos que llegaban con flores, cartas y bandas folclóricas para los entierros o para visitar a sus seres queridos que partieron. Había alegría en medio del dolor... Ahora, todo está casi vacío, restringido, es más triste”, cuenta a Perú21 Fortunato Gálvez, enterrador ayacuchano del

Y es que la forma de decir adiós ha cambiado a raíz de la llegada de la pandemia. No solo para las familias de los fallecidos por sino también para los deudos de los que perdieron la vida por otras causas. Ya no hay velorios ni visitas a los camposantos para evitar aglomeraciones y prevenir los contagios.

CREMACIONES Y ENTIERROS DURANTE EL COVID
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El Ángel acostumbraba recibir de 1,500 a 2 mil personas a diario. Hoy, el escenario es desolador en sus 690 pabellones, dos de ellos alquilados por 10 años al Ministerio de Salud (Minsa) para acoger a unas 276 víctimas del temido coronavirus.

Todos los cementerios están cerrado y el acceso es restringido. Ya no ingresan músicos y no se pueden dejar flores ni colocar lápidas.

Todos deben cumplir el protocolo de seguridad. El tapaboca es obligatorio. Al ingresar se debe pisar una alfombra con una solución de agua con lejía y extender las manos para recibir alcohol. El personal también usa mascarillas, guantes y mandiles azules para fallecimientos no COVID-19 y enterizos para los casos de coronavirus.

En las inhumaciones solo se permite cinco familiares como máximo. No pueden entrar mayores de 60 años ni menores de edad. Para las cremaciones, el límite son dos personas, que esperan hora y media para que les entreguen la ceniza.

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“En las cremaciones por COVID-19 y los entierros –que se iniciaron la semana pasada en Lima–, muchas veces los familiares no acuden por miedo”, indica a este diario, Constante Castillo, gerente comercial de Campo Fe.

Las cremaciones para las muertes por coronavirus se hacen bajo estrictas medidas de seguridad. La carroza fúnebre llega al crematorio y en menos de cinco minutos se inicia el proceso. Los entierros también son breves. No hay misa, cargadores y los familiares deben mantener distancia. Nadie toca nada. Luego de los rituales, los espacios, las carrozas y el personal son desinfectados.

Personal es desinfectado luego de cada ritual fúnebre. Hugo Curotto.
Personal es desinfectado luego de cada ritual fúnebre. Hugo Curotto.

“Todo es muy rápido, ya no se puede recibir un abrazo de condolencia”, dice Antonio Montalván, quien desde hace 19 años trabaja en Campo Fe de Puente Piedra, donde el número de servicios funerarios se ha incrementado, sobre todo en los últimos días.

La demanda es tal que se agotan las carrozas: vimos llegar un féretro en una minivan. Esa sede recibía 5 mil visitantes al día y en fechas especiales, como el Día de la Madre, la cifra superaba las 120 mil, algo imposible ahora.

Fue triste ver, a la salida de ambos camposantos, a varias personas que rogaban por un cupo más para despedirse de sus padres o hermanos. Momentos que les arrebata el coronavirus. El adiós ha cambiado, definitivamente.

TENGA EN CUENTA

-El Ministerio de Salud (Minsa) implementó un protocolo de seguridad para los funerales por coronavirus, pero los camposantos han adaptado estas medidas para todos los casos.

-El cementerio El Ángel, de la Beneficencia de Lima, recibió su primer fallecido por COVID-19 el último sábado, tras un acuerdo con el Minsa.

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