Eran las 2.30 de madrugada del último domingo y el escenario fue la urbanización El Pinar en Comas. Maura Manrique Vargas, de 74 años, se despierta por el alto el volumen de la música y le reclama a su hijo adoptivo Luis Manrique Vargas, de 24 años. Esto generó una discusión con un fatal desenlace: parricidio.
En medio de la discusión, Luis le dijo que la bulla provenía de una fiesta en la calle y le arrojó el motor de la licuadora en la cabeza. La muerte fue inmediata: le fracturó el cráneo. Al ver la sangre, decide meter el cuerpo en dos bolsas de rafia de color rojo y blanca, que había en la cocina y lo coloca en un coche de mercado. Posteriormente, limpió la sangre y a las 4 de la mañana se fue a dormir.
“El certificado de necropsia indica que hay un traumatismo encéfalo craneano”, informó el coronel Max García, jefe de la Departamento de Investigación Criminal (Depincri) de Comas.
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A las 6 de mañana, el confeso parricida se fue a trabajar en su puesto de venta de pollos en el mercado El Pinar y regresó a las 4 de la tarde. Allí le avisa a su tío que encontró el cadáver de su mamá, a quien asegura había dejado durmiendo en su cama, y dan aviso a la Policía.
Durante su declaración, sin embargo, Luis Vargas entra en contradicciones y, finalmente, confiesa el crimen. Fue detenido y llevado hoy a la Fiscalía.
MÁS DATOS
-Los vecinos indicaron que el hombre maltrataba a su madre física y psicológicamente.
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