Nueva York. [AP]. Fabián Arias llegó a Nueva York desde su Argentina natal en lo que se suponía era un viaje de seis meses. Pero los padecimientos que vio en la comunidad hispana lo impactaron. Sintió un llamado y se quedó para servirlos. Hoy, en medio de la pandemia del , trata de apoyar con los recursos que tiene a mano a todos los afectados.

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Era joven, me molestó lo que vi y escuché la voz de Dios, que me dijo que este era mi lugar en ese momento de mi vida”, relató Arias.

En la actualidad, Arias es un pastor luterano en la Iglesia de San Pedro en Manhattan. Y reflexiona acerca de las presiones que representa consolar a los que sobreviven y oficiar en los funerales de los muertos durante una pandemia que se ensaña con la comunidad hispana.

Me cuesta mucho hacer una vida normal. No puedo dormir”, dijo Arias, quien tiene 56 años.

No sé por qué, pero me siento más fuerte, como si Dios me hubiese dado fuerzas cuando veo gente en situaciones duras”.

La pandemia del coronavirus ha puesto en evidencia las desigualdades que afectan a las familias que desempeñan las tareas que mantienen la ciudad funcionando.

Con el cierre de negocios, mucha gente depende de improvisados programas de donación de alimentos como el que Arias opera seis días a la semana con la ayuda de una legión de voluntarios de todos los distritos de Nueva York.

La gente muere aislada y sus seres queridos tienen problemas para conseguir misas como las que Arias ofrece en sus casas. Está al tanto de los riesgos, pero sabe que necesitan una alternativa a las funerarias, que cobran fortunas durante la pandemia.

Han fallecido casi 40 de los aproximadamente 400 feligreses que asisten en las misas en español de su iglesia.

Un domingo reciente, ofició una misa a través de la internet desde su humilde departamento en El Bronx. Incluyó la lectura de una larga lista de personas de su congregación fallecidas recientemente.

Arias también imprimió oraciones para un servicio fúnebre en el departamento del barrio de Queens de Graciela Ruiz, quien falleció por complicaciones relacionadas con el coronavirus.

El día previo había orado en la calle en varios barrios antes de distribuir comida entre cientos de personas con mascarillas que le imploraban que tomase recaudos y se protegiese del coronavirus.

No tiene descanso. Hay que comprar alimentos, prepararlos y entregarlos. Atiende una enorme cantidad de llamadas de gente llorando y de enfermos, que a veces tosen y le piden que rece por ellos. Hay plegarias y servicios funerarios.

La dedicación de Arias no sorprende a quienes lo conocen.

Es un líder de los inmigrantes”, comentó Hermes Espinoza, un mexicano de 28 años que acababa de cumplir 18 cuando Arias pasó a ser su custodio legal y que es uno de muchos jóvenes que ven en él a una figura paterna.

Es un héroe del pueblo que hace su trabajo”, dijo Espinoza. “Alguien humilde, una gran persona, por dentro y por fuera”.

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