En esta foto de archivo tomada el 20 de enero de 2017, Donald Trump presta juramento como el 45 presidente de los Estados Unidos frente al Capitolio en Washington, DC. (Foto de Timothy A. CLARY / AFP).
En esta foto de archivo tomada el 20 de enero de 2017, Donald Trump presta juramento como el 45 presidente de los Estados Unidos frente al Capitolio en Washington, DC. (Foto de Timothy A. CLARY / AFP).

Trump hasta hace unos días mantenía un futuro político interesante. Si bien había perdido la reelección, podía jactarse de que estas presidenciales habían tenido un final muy ajustado y podía atribuir su derrota tanto a la plaga como al innegable y pertinaz cargamontón mediático progresista (CNN, Washington Post, NYT, MSNBC, etc…) y a un imaginario fraude electoral. Su ascendiente sobre el Partido Republicano (apodado “Grand Old Party”) seguía siendo muy poderoso y tranquilamente se perfilaba como el candidato del GOP para el 2024. Pero sus problemas empezaron con esos audios en donde presionaba a un alto funcionario de Georgia para conseguirle más votos (grabación conveniente y “oportunamente” difundida por el WP, hay que decirlo). Esa tosca interferencia causó tal indignación que muy posiblemente fue la razón que los republicanos perdiesen el control clave del Senado al ser derrotados sus dos candidatos que partían como favoritos en un estado sureño que normalmente votaba “rojo” (tal es el color del GOP). El aparato partidario republicano le podía perdonar a Trump perder la cámara baja y hasta la presidencia, pero no eso de no poder retener por lo menos el Senado (¿Qué viene muy pronto con un Senado de mayoría “azul” demócrata? Pues legalización de la marihuana, alza de impuestos y la conversión de los “azules” Washington DC y Puerto Rico en nuevos estados).

Pero Trump se enterró definitivamente al promover esta vergonzosa algarada en el Capitolio, una barbaridad inaceptable (además que esas cosas solo se le perdonan a la izquierda). A lo más, Trump solo lideraría una importante escisión derechista del GOP (¿Trump Party?) para el 2024, tal como George Wallace lo hizo con una disidente ala derechista y racista sureña demócrata contra el candidato oficial “azul” H.H. Humphrey en 1969, división que favoreció el triunfo del republicano Nixon.