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Redacción PERÚ21

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Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com

Al Yarba sabe, y parece no importarle, que un ataque a Siria no es un ataque a Al Assad, como en Belgrado no lo fue a Milosevic. Un ataque de esta naturaleza, solicitado a tres de los países mejor armados del mundo y con un historial siniestro de guerras y ocupaciones, es un ataque del que sería víctima, como siempre, la población civil. Que un líder político con conocimientos elementales de historia proceda de este modo indica un menosprecio absoluto por sus compatriotas y por su país. Más aún cuando un equipo de la ONU ha estado hasta ayer investigando el presunto uso de armas químicas y todavía no ha entregado su informe. Este organismo ha pedido una oportunidad a la diplomacia y a la paz, afirmando que trabajará por abrir vías al diálogo. ¿Ganará la lógica o nuevamente ganará la industria de la guerra? No será la primera vez.

¿Volveremos a vivir las mismas masacres que, en Irak, justificamos con mentiras? ¿Seguiremos alimentando la espiral de violencia que aún sigue viva en el mismo Irak y que un hecho de esta naturaleza profundizará en parte del mundo islámico? Aunque la decisión del Parlamento británico abre una esperanza, pareciera que esta barbarie, ajena a la lógica de la supervivencia, pero cultivada por nuestra civilización, seguirá siendo la respuesta a cualquier conflicto que ponga en riesgo los intereses económicos de Occidente.