(Midjourney/Perú21)
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Desde este espacio he insistido en la importancia de llevar a cabo una reforma a nuestro sistema previsional, y lo he hecho por una razón evidente: hoy solo uno de cada cuatro peruanos ahorra para su jubilación, ya sea en el sistema público o en el privado. Es decir, una enorme mayoría de compatriotas llegará a la vejez sin fondos para afrontar gastos básicos de salud, alimentación, vivienda y otros. Esto solo cambiará en la medida en que haya una decisión política para abordar el problema, y consensuemos soluciones técnicas para enfrentarlo.

Por ello, es importante que el Congreso haya logrado producir una primera propuesta de reforma que, aunque no concluyó su proceso de aprobación al cierre de la legislatura, marca un hito luego de muchos años sin debates previsionales de fondo en el Pleno.

Aunque está lejos de ser perfecta, la propuesta planteada es sin duda positiva en la medida en que incluye una serie de elementos sobre los que existe un acuerdo bastante extendido entre los especialistas. Así, por ejemplo: introduce una pensión mínima para todos los participantes en el sistema (y no solo para los afiliados a la ONP); abre la puerta a mayor competencia al permitir a bancos, cajas, y otras entidades financieras dar servicios previsionales; limita las disposiciones prematuras de efectivo que distorsionan la naturaleza previsional del sistema; incorpora gradualmente a los trabajadores independientes; entre otros elementos.

A pesar de estos puntos de fortaleza, la propuesta ha recibido ciertas interrogantes y ha dado lugar a un debate que de seguro continuará en las próximas semanas.

Aunque no pretendo analizar y calificar cada una de las muchas disposiciones que introduce la propuesta, sí considero importante señalar algunos elementos de fondo que es fundamental tener presentes en las discusiones que se den en las próximas semanas.

Primero: debemos dejar de esperar una reforma ideal o definitiva. Con esa expectativa será muy difícil arribar a un consenso técnico y político. Así, por buscar el ideal, terminaremos estancados en el statu quo. La reforma debe ser más bien un proceso gradual y permanente de mejora continua. No está de más recordar que la última vez que una propuesta de reforma significativa llegó al Pleno del Congreso fue en 2012, hace más de una década. ¿Por qué un tema tan relevante para los peruanos no recibe una atención más frecuente y constante de los hacedores de política?

Segundo: será muy difícil lograr un cambio significativo en la cobertura y nivel de pensiones si es que no hacemos un esfuerzo para disponer más ahorro para el futuro. Hoy destinamos solo 1.2% del PBI al ahorro previsional (4.5% de gasto público), un nivel paupérrimo para estándares internacionales, incluso dentro de Latinoamérica. Como referencia, en promedio los países de la OCDE destinan 9.2% de su PBI (21.6% de su gasto público) a este fin.

Cambiar esta realidad requiere un esfuerzo no solo de empleados y empleadores, sino también del Estado. Y de más está decir que el cuidado de las finanzas públicas debe ser siempre una prioridad, pero esto no equivale a mantener fijo el gasto fiscal, sino que cualquier aumento debe ser planificado, paulatino y acorde con las proyecciones de ingresos públicos.

Tercero: No podemos entender al sistema previsional como un ente aislado, sino como parte de un sistema más complejo, que es nuestra economía y nuestro mercado laboral. Y es que un país de sueldos bajos difícilmente podrá tener pensiones altas. Por ello, cualquier reforma previsional debe estar acompañada de un esfuerzo permanente para elevar la productividad y el nivel de formalidad de nuestra economía. En el largo plazo, este es el camino más potente para mejorar nuestras pensiones.

Espero que no se pierda el impulso que el tema de reforma previsional ha ganado, y que tan pronto se reinicie la próxima legislatura retomemos este importante debate para aprobar una reforma que, sin ser definitiva, nos permita avanzar en el camino hacia un sistema de pensiones que funcione mejor para más peruanos. Sí es posible.

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