(GEC)
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Pedirles a los candidatos militancia partidaria es una exigencia sensata para fortalecer partidos. Así, que un candidato presidencial demuestre una antigüedad de al menos seis meses como militante, antes de participar en unas elecciones primarias, es razonable. De hecho, medio año es tan poco tiempo que es casi inocuo. Pero imponer esa medida en este momento, repentinamente, cuando faltan semanas para las elecciones internas, en un escenario pandémico que ha impedido a muchos cumplir con las formalidades de inscripción, no tiene sentido. Antes que fortalecer los partidos, arriesga la competencia política. Además, sería un requisito de aplicación retroactiva y de imposible cumplimiento, porque ya estamos a menos de seis meses de las primarias.

Al escribir esta columna, la imposición de ese requisito para esta elección estaba en debate en la Comisión de Constitución, nuevamente liderada por el congresista Chehade, en lo que parecía un afán directo y personal por sacar de carrera a los candidatos presidenciales que aparecen en los primeros lugares en las recientes encuestas. De aprobarse una medida como esta, Forsyth, del Solar y Mendoza no podrían postular en 2021, dejando libre el camino a Acuña y los chiquitos. En simple, los alfiles de Acuña pretenden hacer lo que otros le hicieron a su líder en 2016: ganar en mesa lo que no pueden ganar en la cancha. La propuesta es tan contraproducente que hasta legisladores keikistas se oponen.

No se gana nada levantando muros inesperadamente, menos sacando de carrera a quienes están acumulando mayor aceptación entre electores. Estaríamos, nuevamente, frente a un tacle contra la democracia.

Más bien, es incomprensible la demora del JNE para habilitar la inscripción de partidos políticos y nuevos militantes a través de una plataforma digital. Son varios grupos políticos que vienen reclamando desde hace rato y con razón esa solución.