(Foto: Ministerio del Interior)
(Foto: Ministerio del Interior)

Lejos de hacer un mea culpa, el ministro del Interior, Víctor Torres, optó por victimizarse y luego de intentar una defensa poco convincente de su gestión, descartó la posibilidad de una renuncia. Y lo dijo poniendo cara de palo, ignorando los numerosos cuestionamientos, y hasta un probable pedido de interpelación en su contra por los ascensos, cambios y pases a retiro en la PNP.

Por sí solo el ascendente índice de criminalidad en el país ya debería ser suficiente para salir eyectado del sillón principal del Mininter.

“Mi carrera no es de 5 años ni de 10, mi carrera en la PNP ha sido de 40 años y he salido y he pasado a retiro con un legajo limpio; pero resulta que en dos meses soy el peor ser humano que puede tener Lima y el Perú”, proclamó dramáticamente. Y en cuanto a las interferencias en los procesos de pases al retiro, se defendió con similar vehemencia: “Yo me he hecho cargo el 21 de noviembre, los ascensos ya estaban hechos y repito, es un tema de la administración de la Policía Nacional”.

Como se sabe, en la ceremonia de despedida y toma de mando del nuevo comando de la PNP, el general Angulo dijo que su pase al retiro fue una “salida abrupta, irregular e ilegal”, que pretendía mellar la moral de la institución.

Habrá que esperar que el excomandante de la PNP declare ante la Fiscalía el próximo jueves para dilucidar la verdad de fondo.

Lo cierto es que los principales cargos en contra de Torres, de momento, van más por el lado de la incompetencia ­–en el entendido de que la manipulación del organigrama policial respondería a órdenes palaciegas– que por el carril de la corrupción.

Los peruanos están agobiados no solo por efectos del golpe de calor con que ha llegado este verano, sino por la falta de soluciones en la lucha contra la inseguridad ciudadana. Las señales de avances en este tema, por mínimas que fuesen, son prácticamente nulas, indetectables.

Todo lo que al día de hoy se ve a ese respecto son parches, promesas, explicaciones repetitivas, pero muy escasos logros efectivos, digamos que medibles, para que el ciudadano pueda tener alguna certeza de los logros de las fuerzas de seguridad. Porque la sensación generalizada es que este ministro es hasta ahora, como se dice, ‘cero balas, cero puntos’.