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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Lo ocurrido la semana pasada a orillas del río Las Piedras es un suceso que debería llamar nuestra atención pese a la escasa cobertura que ha recibido de la prensa nacional.

El 19 de diciembre, unos 200 nativos pertenecientes a la tribu Mashco Piro atacaron la comunidad Monte Salvado y destruyeron sus viviendas y mataron aves de corral y otros animales.

Los piros son uno de los aproximadamente 15 pueblos no contactados que existen en nuestra Amazonía, entre los que están también los mantis, los yoris, los isconahuas, los cacataivos y los murunahuas. Todos ellos corren peligro de extinción por las enfermedades que transmiten los foráneos y la invasión de sus tierras por taladores ilegales, narcotraficantes y colonos.

Como es natural, la información sobre ellos y sus condiciones de vida es imprecisa: en algunas ocasiones han sido avistados desde el aire y fotografiados en pequeños grupos, pero está claro que buscan mantener su aislamiento como única posibilidad de sobrevivencia. Se trata de las sociedades más vulnerables del planeta.

La comunidad atacada no es originaria de la zona y habría sido trasladada hasta allí desde el Alto Urubamba por integrantes del Instituto Lingüístico de Verano con fines de evangelización. Ahora serán evacuados, según informó la viceministra de Interculturalidad del Ministerio de Cultura.

Un antropólogo con el que conversé para la redacción de esta columna manifestó su sorpresa ante el número de los atacantes. Estos pueblos nómades no suelen desplazarse en grupos mayores de 20 o 30 personas (10 familias) porque, de otra manera, no pueden obtener sustento de la caza, pesca y recolección.

Aunque Alan García, siendo presidente del Perú, haya sostenido que los indígenas no contactados eran un "invento" de los ambientalistas, ellos existen y es un deber del Estado mantener su aislamiento y proteger los territorios que permiten su sobrevivencia.