(Shutterstock)
(Shutterstock)

Salió Vizcarra a anunciar el primer caso de coronavirus y la histeria arrancó: el gel antibacteriano (que no sirve para frenar un virus, sino bacterias) y el jabón líquido volaron de los anaqueles de Makro, mientras las mascarillas comenzaron a escasear en farmacias y hospitales. No fueron pocos los que parecían haberse enterado de que un meteorito estaba por estrellarse contra la tierra, así que el acaparamiento de productos en supermercados no se hizo esperar, como si una cuarentena inevitable estuviese a la vuelta de la esquina. En histeria e individualismo pocos nos ganan.

Mi impresión es que el coronavirus está hace buen tiempo dando vueltas en Perú, pero como el virus demora en manifestarse, sus síntomas son tan similares a los de una gripe y nuestro sistema de detección es tan malo, nadie se había enterado. Eso pasó en Estados Unidos, así que no se sorprendan.

Es más probable que los peruanos muramos atropellados en la calle, de dengue, de neumonía, por un homicidio, por una mala praxis en un hospital o de neumonía, antes que por coronavirus. Lo mejor es poner el asunto en perspectiva y calmarse, pero sin minimizarlo. Es muy fácil tomar las medidas preventivas para evitar que el virus se expanda descontroladamente y ponga en riesgo a los adultos mayores, para quienes esta situación puede ser más peligrosa. La mejor recomendación es lavarse las manos con agua y jabón. Además, si te sientes mal descansa en tu casa y llama al servicio de salud antes de saturar innecesariamente postas y hospitales.

Lo que está evidenciando este virus es que demasiados baños de escuelas, universidades, oficinas públicas y hospitales no tienen agua ni jabón. El miedo despertado por el coronavirus nos está enfrentando con una profunda crisis de higiene y salubridad.