Desde algunos sectores de la academia y de la política se empieza a decir que lo que ahora vivimos es una “crisis de régimen” o también llamada —por el escritor sardo Antonio Gramsci— “crisis orgánica o de hegemonía” que refiere cuando un sistema social, económico y cultural ha perdido representatividad y legitimidad. En esa lectura, el problema no es solo Dina Boluarte y su gobierno, sino “algo más profundo”: una “crisis de régimen”.

De allí entonces que la ingobernabilidad no se acabaría si la presidenta Dina Boluarte se va ahora o en 2026. En aquella tesis también se dice que esta “crisis de régimen” solo se acabaría con la instalación de una nueva asamblea constituyente (de corte colectivista) de acuerdo al mandato de eso que llaman “pueblo”.

No obstante, vale la siguiente pregunta ¿de qué régimen hablamos cuando se refiere a una “crisis de régimen”? Todo indica que nos referimos al régimen que se deriva del primer fujimorato con el desarrollo de la Constitución “neoliberal” de 1993. Habría entonces un “régimen de 1993″.

Sin embargo, considero que es bastante temerario decir que hay una “crisis de régimen” tanto económico como político. En todo caso lo que sí existe es una crisis del sistema político (de su representación y legitimidad); pero no necesariamente una crisis del capítulo económico (a pesar del aumento de pobreza del último año).

Es más, luego de los traumas de la inflación y el terrorismo de 1980, en la sociedad hay una especie de consenso sobre el manejo responsable de la economía, el cuidado de las finanzas públicas y la preferencia por la iniciativa privada y el mercado. Ni el golpista Pedro Castillo pudo desmontar el capítulo económico y tampoco el Congreso lo podrá hacer.

Visto así, la crisis no sería completamente del “régimen de 1993″ sino del aspecto político de este régimen, de la clase política. Y aquí abarca el manejo eficiente y efectivo del Estado por parte de esa clase política, que desde el humalismo ha ido perdiendo fuelle y la pandemia desnudó en su real dimensión. Por ejemplo, en las últimas dos décadas la minería moderna ha contribuido con millones (en canon y regalías), no obstante, las regiones mineras no cuentan con cobertura completa de los servicios básicos.

Decir entonces que hay una “crisis de régimen” es pretender dar un salto adelante. Lo que hay que hacer son reformas a nivel estatal y en la política. Lo otro son diagnósticos ideológicos que al parecer no se fundan en la realidad.

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