Perú21 reportó el miércoles último, con cifras proporcionadas por la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), que el país ha perdido 1,000 millones de dólares en exportaciones mineras y 800 millones de soles en recaudación tributaria al mes de octubre, debido a los interminables e irresueltos conflictos sociales.

En efecto, de enero a octubre hemos sido testigos de bloqueos constantes al corredor minero y otras vías adyacentes, así como asaltos de vandalismo descontrolado a las oficinas y campamentos de los yacimientos mineros. El resultado lo tenemos ahora a la vista, en guarismos incontrovertibles: la producción y exportación de mineral se ha reducido. El daño a la economía de las regiones involucradas –y, por último, al país en su conjunto– está hecho.

Tan ominosas cifras eran de esperarse. Podría haber sido peor aún si el contexto internacional no nos hubiese sido tan favorable, por los altos precios de los metales, que en cierto modo han amortiguado la caída.

El tema central es que estos conflictos no fueron bien manejados por el Gobierno, que por lo habitual demoró una eternidad en intermediar e instalar mesas de diálogo. Y cuando lo hizo, no actuó de manera célere y comprometida. Negociaciones con marchas y contramarchas, promesas incumplibles, dilación en la toma de decisiones, cero autoridad o ‘muñeca’ para disuadir a dirigentes belicosos, a menudo intratables… en fin, nada de nada. El avance en la resolución del creciente número de conflictos ha sido prácticamente nulo en lo que respecta a la minería.

De seguir por ese rumbo, las cifras negativas con que se cerrará el 2022, no permiten vislumbrar nada bueno para el año próximo. La misma SNMPE ha proyectado, incluso, que –ante este escenario tan hostil– la inversión minera disminuirá en unos 2 mil millones de dólares. Es decir, la recaudación tributaria, así como el volumen de las divisas que ingresarán al Perú por ese concepto se encogerá dramáticamente. Y para nadie es un secreto lo mucho que depende nuestra economía de semejantes exportaciones.

La mayoría de los avances logrados por el país en las últimas décadas, gracias a un rigor económico y productivo acordes con la modernidad y la globalización, que nos trajo progreso y disminución de la pobreza, están ahora en ruinas.

Deséeles suerte a los peruanos para el próximo 2023, presidente Castillo, que si usted continúa al mando, vaya que la vamos a necesitar.