El problema no es Lima
El problema no es Lima

Antes de que me hagan apanado y me acusen de capitalino o centralista, sepan que escribo estas líneas desde Arequipa, mi ciudad natal y donde resido. En las últimas semanas, se habla mucho , donde sus ciudadanos viven desconectados de la realidad del país. Si bien esto puede ser cierto, este fenómeno no es particular de Lima, ni del Perú.

Si escarbamos en la , vemos que los distritos céntricos de las principales ciudades no votaron por Pedro Castillo. Perú Libre ha encontrado su bastión en la periferia, pintando en nuestros mapas electorales un cerco rojo alrededor de los epicentros urbanos.

Esta polarización viene ocurriendo en todo el mundo. Con obvias diferencias políticas, Trump en 2016 dejó en Estados Unidos: la constante fueron las grandes ciudades eligiendo a Clinton, pero siempre rodeadas de un mar rojo de los suburbios y pueblos pequeños que votaron por la opción antisistema.

Brexit pintó, con las grandes urbes decidiendo quedarse en la Unión Europea, pero el resto del país yendo en la dirección contraria.

La segunda vuelta en Perú dejará la misma sensación en nuestros ciudadanos más urbanos, una profunda falta de entendimiento por el votante de una opción arriesgada y que podría alterar el sistema económico.

Globalmente, esto habla de una economía que funciona más para las ciudades: por el dinamismo, intercambio de ideas y culturas, y la enorme cantidad de oportunidades disponibles al estar rodeado de una gran masa humana.

Indistintamente del resultado, esta polarización no se hará menos aguda en el futuro cercano. La descentralización requerirá de esfuerzos sin precedentes, pues a la vuelta de la esquina vienen tendencias económicas y tecnológicas que agrandarán la brecha entre las ciudades y el resto de la población: la automatización y la inteligencia artificial.

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