Panóptico digital. (Foto: Pixabay)
Panóptico digital. (Foto: Pixabay)

Funcionó en las campañas electorales con los resultados más contrarios a la intuición convencional de la historia —el triunfo de Trump y el Brexit— y parece que cambiará la manera en que analizamos la realidad y tomamos decisiones con respecto de ella.

El análisis de las pistas que dejamos en el mundo virtual hace emerger estados de ánimo compartidos que determinan la manera en que grupos de personas van a actuar —comprar, votar, vender—, las enfermedades que van a sufrir o los odios que van a expresar.

Ya existen plataformas de sabuesos digitales —analistas de carne y hueso que trabajan por horas y algoritmos inteligentes— que recorren las huellas virtuales de los integrantes de comunidades educativas. Los colegios alquilan servicios de vigilancia que ponen dentro de sus radares correos electrónicos, material que aparece en todas las redes sociales, reportes conductuales, tareas académicas y otros contenidos, con el fin de anticipar, prevenir y aislar hechos de violencia, bullying, acoso, crisis de salud mental y otros fenómenos desagradables que complican la vida social moderna.

Desde imágenes hasta palabras, pasando por agendas, son contrastadas con patrones asociados con pequeñas y grandes desgracias, con el fin de desatar alarmas tempranas que, al pasar varios filtros, terminan en acciones de parte de las autoridades educativas.

Más allá de la siempre pertinente pregunta de ¿quién vigila a los vigilantes?, está el tipo de mensaje que reciben los chicos sobre privacidad, ciudadanía, identidad, libertad, responsabilidad, pero, quizás más aún, confianza.

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