Evo Morales, expresidente de Bolivia. (Foto: Leo Cuito / Archivo GEC)
Evo Morales, expresidente de Bolivia. (Foto: Leo Cuito / Archivo GEC)

Si bien el evento de Runasur, que iba a realizarse en el Cusco, se suspendió, el cuerpo diplomático, la sociedad civil y la prensa deben seguir atentos a las intenciones de Evo Morales, pues trata de dividir al Perú.

Si no fuera por la alerta oportuna de un grupo de excancilleres, exvicecancilleres y la presión periodística, el ministro de Relaciones Exteriores –que inesperadamente se vistió de abogado de Morales– le habría abierto la puerta al dirigente boliviano para que viniera a conspirar contra la integridad territorial de nuestra patria junto a los políticos locales que adscriben semejante proyecto secesionista.

Recordemos que, según sus propios documentos, el proyecto se autodefine como un “plan geopolítico transnacional que busca constituir una América Plurinacional mediante el reemplazo de las repúblicas por Estados plurinacionales gobernados por asambleas constituyentes originarias”.

En buena cuenta, una propuesta para liquidar los estados nacionales de esta parte de América para constituir uno nuevo, que absorba territorios que los confabulados consideran propiedad de lo que ellos llaman “culturas originarias”, más allá de las fronteras políticas y geográficas reconocidas por los tratados internacionales.

La actitud del canciller Oscar Maúrtua fue más que sorprendente, pues su académica afirmación de que “la iniciativa Runasur no involucra ni vincula al Estado” obvia flagrantemente su objetivo final, por muy lejano o cercano que sea, de atentar contra la soberanía del Perú como nación. Como bien señaló el embajador Hugo Palma, al difundirse la noticia de la suspensión del certamen antipatria, “no es que ya pasó y listo, la alerta… debe mantenerse, de modo que ni ahora, ni en tres meses ni en un año se dé este evento, que es absolutamente incompatible con nuestra soberanía”.

Por otra parte, Evo Morales tiene el cuajo, además, de pretender pasear nuevamente por el Perú haciendo política, inmiscuyéndose en asuntos internos que no le competen, pese a que hace unas semanas el Congreso de la República lo declaró persona no grata en el país.

Si el gobierno y sus representantes se hacen los locos, es hora de que la clase política le haga el pare a este indeseado visitante.