(USI)
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Un hombre le dice a una mujer: “A las mujeres hay que cuidarlas y respetarlas porque son la más hermosa y delicada flor que Dios puso sobre la tierra y porque nos dan la vida”. La mujer contesta: “No, hay que cuidarnos y respetarnos porque somos seres humanos”.

El Índice Global de Esclavitud de 2016 (de la Walk Free Foundation) estimaba que había unas 45.8 millones de personas sometidas a alguna forma de esclavitud moderna en 167 países. El Perú está en el puesto 18, con unas 200 mil personas viviendo esclavizadas. Eso equivale a las poblaciones de Miraflores, San Isidro, Barranco y todos los balnearios del sur chico combinados.

Un esclavo es un activo, una cosa; property. Y un activo se posee: se puede comprar, vender, usar, explotar, expropiar, abandonar y destruir; todo a voluntad del dueño. Un auto, un X Box, una mesa. ¿Y una mujer?

Dependiendo del país y la cultura, una mujer puede tener derechos de propiedad sobre otras cosas o alguien más sobre ella. En el Perú, hombres y mujeres tenemos la misma categoría jurídica. Ellas trabajan tanto o más que los hombres (ver los tuits de Hugo Ñopo al respecto).

Entonces, ¿por qué hay tanto imbécil que piensa que las mujeres le deben algo, que se siente con derecho sobre ellas? ¿Por qué alguien, rechazadas sus pretensiones románticas, le prendería fuego al objeto de su afecto?

Porque así como te cocina, te sirve la comida, te tiende la cama y te lava los platos, te tiene que hacer el amor. Y si no quiere, es que algo anda mal. Y a veces una patadita lo soluciona, ¿cierto? Como cuando hay que empujar el auto para que encienda. Los que prefieren quemar su ropa antes que regalarla son los menos, pero, si se dan cuenta, es la misma lógica.