"La envidia, por más mala prensa que tenga, es un sentimiento universal y propio de la naturaleza humana, pero en grados muy distintos. Entenderla y hacerla consciente nos puede beneficiar mucho: al des-cubrir nuestra envidia, podemos también acceder mejor a nuestro deseo, procesarla de otra manera (convertir la crítica destructiva en crítica constructiva, por ejemplo)" (FOTO: GEC)
"La envidia, por más mala prensa que tenga, es un sentimiento universal y propio de la naturaleza humana, pero en grados muy distintos. Entenderla y hacerla consciente nos puede beneficiar mucho: al des-cubrir nuestra envidia, podemos también acceder mejor a nuestro deseo, procesarla de otra manera (convertir la crítica destructiva en crítica constructiva, por ejemplo)" (FOTO: GEC)

“Tu envidia es mi progreso”. Expresión común en el Perú. La leemos frecuentemente en los vehículos. Ahora bien, pregunten cómo es entendida esa frase y verán que obtienen respuestas distintas. Algunos la sienten en la línea de que, si están generando envidia, es como un buen síntoma, algo así como la frase que dice: “Ladran, Sancho, señal de que avanzamos”. Otros la ven como un mal signo, la furia que sienten algunos cuando los demás mejoran o progresan. También hay quienes lo ven como “tu derrota es mi triunfo, o tu triunfo es mi derrota”.

La RAE define la envidia como “sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí algo que otra posee”. También puede catalogarse como una “pasión malsana que afecta más a quien la vive que a aquel que la despierta”.

Encuentro varios matices interesantes e importantes. No es lo mismo entristecerse por un bien que posee otro que enojarse o destruirlo. Creo que la primera es una envidia más humana y universal. Al final, si uno la analiza, no tiene que ver tanto con EL OTRO; tiene que ver más con uno mismo, con algo que me entristece porque quisiera tener y no tengo. Diferente también es la envidia que se procesa en silencio de la que se convierte en palabras hirientes, críticas destructivas, o conductas enfermizas (como la del que ve un carro bonito y lo raya).

Mi padre decía algo que recuerdo y suscribo: peor es la codicia que la envidia, porque el que envidia quiere algo que no tiene; el codicioso es alguien que, teniendo mucho, quiere aún más y no quiere compartir.

Tampoco es lo mismo entristecerse por algo que uno no tiene que alegrarse por el mal del otro. Encuentro que el análisis de la envidia (propia y ajena) es un elemento clave de cualquier proceso terapéutico o de crecimiento personal. La envidia, por más mala prensa que tenga, es un sentimiento universal y propio de la naturaleza humana, pero en grados muy distintos. Entenderla y hacerla consciente nos puede beneficiar mucho: al des-cubrir nuestra envidia, podemos también acceder mejor a nuestro deseo, procesarla de otra manera (convertir la crítica destructiva en crítica constructiva, por ejemplo). Y, al entender la de otros, podremos defendernos mejor, prevenirla, buscar ¨perfil bajo¨ para generarla menos y, sin llegar a justificarla, tener más empatía.

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