¿Por qué estamos más contentos los viernes que los domingos si los viernes trabajamos y los domingos no? Una de las razones que explican esto es que los viernes estamos anticipando el fin de semana. Y el domingo estamos anticipando el lunes. (IMAGEN: GEC)
¿Por qué estamos más contentos los viernes que los domingos si los viernes trabajamos y los domingos no? Una de las razones que explican esto es que los viernes estamos anticipando el fin de semana. Y el domingo estamos anticipando el lunes. (IMAGEN: GEC)

¿Por qué estamos más contentos los viernes que los domingos si los viernes trabajamos y los domingos no? Una de las razones que explican esto es que los viernes estamos anticipando el fin de semana. Y el domingo estamos anticipando el lunes.

La mente humana es teleológica, necesita proyectar el futuro, tener ilusiones. Está de moda hablar sobre la resiliencia —lo cual es genial—, pero la mayoría de gente se olvida que parte importante de la resiliencia tiene que ver con la capacidad de “poder seguir proyectando el futuro”.

Muchas personas creen que la resiliencia radica exclusivamente en la capacidad que uno tiene para superar situaciones traumáticas, lo cual es cierto, pero también tiene mucho que hacer con la proyección hacia adelante.

Otro elemento que confunde a la población, actualmente, es la asociación de la capacidad para anticiparnos con algo negativo, con la ansiedad. Y es cierto que la ansiedad está asociada, entre otras cosas, a la constante anticipación de situaciones futuras, pero de manera negativa. Neurótica.

Es verdad también que los trastornos de ansiedad son muy comunes en nuestros tiempos, y que mucha gente sufre por estar pre-ocupándose o, peor aún, anticipando de manera catastrófica situaciones proyectadas que al final nunca suceden.

Pero hay que saber diferenciar lo que es la ansiedad anticipatoria de lo que es una sana necesidad de tener planes, ilusiones y proyectos. La expresión típica de los norteamericanos “looking forward” tiene relación con esta necesidad positiva de la mente.

Una vez, una pareja de padres me contó ilusionada que habían comprado un viaje a Disney para ir con sus dos hijos, los cuatro juntos, en las vacaciones de verano que llegaban dentro de dos meses. Me dijeron: “Estamos muy entusiasmados, pero no les queremos decir nada a los chicos hasta unos pocos días antes del viaje para no malograrles la sorpresa”. A lo cual respondí: “Al contrario, cuéntenles desde ahora, y verán que ‘el viaje’ durará dos meses en lugar de cuatro días”.