Reformas económicas. (USI)
Reformas económicas. (USI)

Hace unos días, el economista Waldo Mendoza sostuvo que, en el tiempo, el modelo “neoliberal” brindó mejores frutos que el “no neoliberal” (¿no sería mejor llamarlo por su nombre, “socialismo”?). Sin embargo, agrega que no debemos exagerar tampoco sus virtudes; según Mendoza, tres factores le hicieron más fáciles las cosas al modelo: una línea de base muy baja (luego de los desastres de las décadas previas), un importante ingreso por privatizaciones y términos de intercambio muy favorables. A ritmo seguido, apunta que la ausencia de dichos factores moderará el ritmo de crecimiento, y que se deben introducir reformas para desviarnos “del crecimiento mediocre proyectado”.

Siendo mucho de lo expuesto por el profesor Mendoza cierto, varios aspectos dejados de lado harían de esta revisión una más precisa. Para empezar, el “modelo neoliberal” no es, en el fondo, tan liberal como se cree. Alta carga tributaria para las empresas formales, alta carga regulatoria, una corrupción desbordada sumada a una precariedad institucional subsahariana y una legislación laboral anacrónica (estabilidad laboral incluida) hacen del “modelo” uno, en el mejor de los casos, mixto. Que se pueda importar y exportar o que no existan controles de precio o de cambio no es sinónimo per se de un modelo “neoliberal”, no al menos en el sentido estricto.

Por otro lado, las tasas de crecimiento desde 1990 fueron espectaculares hasta 2011. Los tres factores mencionados por el economista tienen mucho que ver con ello; pero ¿qué hubiese pasado si durante estos 30 años hacíamos las reformas de segundo piso? ¿Cuánto más hubiésemos crecido y qué hubiésemos podido hacer con dichos ingresos? Hoy, tal vez, no estaríamos criticando el “modelo”.

Si de reformas se trata, es clarísimo qué debemos hacer: por un lado, debemos reformar el Estado y la calidad de los servicios que presta; por el otro, debemos promocionar la actividad privada de tal manera que sea competitiva a nivel internacional. No existe la famosa “trampa de ingresos medios”; lo que existe son países, como nosotros, que dejan de reformar.

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