(Foto: Presidencia)
(Foto: Presidencia)

-Vizcarra tapó ayer con humo una vez más su pésima gestión (hasta antes llamó al Papa, paisano de Maxi) con una convocatoria a elecciones que bien pudo hacer solo por escrito y, claro, en un “pronunciamiento” sin opción de preguntas para que no le inquieran sobre Mirian, el cuñadito, la recesión, etc. Aprovechó también el monólogo para regañar al Congreso, en ese castellano tan pobre que tiene, donde masacra las concordancias de género (“una decisión que se hizo público”). Lo único bueno de esta payasada de “pronunciamiento” fue que ya quedó descartado ese rumor de que pretendía quedarse un año más por la pandemia, así que esta mediocridad atrabiliaria que tenemos –por casualidad, “cuota” y traiciones– de presidente se largará efectivamente el 28 de julio de 2021. Este tan adulado golpista para gobernador de la pequeña Moquegua o alcalde de un poblado distrito limeño periférico nomás daba. Llegó demasiado lejos, aunque cualquiera, pero cualquiera, podía ser presidente después del limitadísimo Humala (siempre me preguntaré qué le vio la mucho más inteligente Nadine para casarse con él. ¿Qué podrá hablar ahora con Ollanta a diario? ¿Del clima, de qué van a almorzar, si se siente bien, qué tal durmió, si ya fue al baño y poco más?).

-El nuevo presidente del Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana es Diego García Sayán, ese mismo que prestó extraños servicios de consultoría como “penalista” a Odebrecht. O sea, este juzgará a periodistas por temas de… ética. Y, claro, sin su sesgo político caviar… Sin comentarios. Ni para el “jua, jua, jua” o para protestar me da. Qué patético es todo en el Perú.

-Lima debería tener 39 congresistas, pero bajará de 36 a 34 porque este Congreso le ha amputado dos para satisfacer ese capricho de Tuesta de que los expatriados tengan legisladores. Y nadie ha protestado… ¡Tienen lo que se merecen!