El caótico tránsito en Lima. El desgobierno no es solo resultado de las omisiones o la incapacidad, dice la columnista.
El caótico tránsito en Lima. El desgobierno no es solo resultado de las omisiones o la incapacidad, dice la columnista.

No es ninguna sorpresa que Lima sea una metrópoli ingobernable. Basta con salir a las calles y nos saltan a la cara las consecuencias. No es solo la desigualdad urbana que golpea con más fuerza a quienes menos tienen ni tampoco el indigno transporte que nos mueve. Tampoco son solo los cerros de basura que se acumulan en El Agustino o las inundaciones que dejan sin piso a las casas en Puente Piedra.

El desgobierno no es solo resultado de las omisiones o la incapacidad; también está presente en las acciones deliberadas para que, por ejemplo, se apruebe una extensión del plazo para formalizar la ocupación ilegal o se intente autorizar a los colectivos o para que, incluso desde la misma autoridad metropolitana, se haya pretendido aprobar cambios de zonificación dañinos.

El alcalde de Miraflores, Luis Molina, y el alcalde metropolitano, Jorge Muñoz, han coincidido en proponer una reforma de la gobernanza de la capital. Algo que parecía poco apetecible políticamente pues los partidos se aferran a los feudos distritales. Parece que la no reelección ha traído sorpresas y quizá nos lleve, al menos, a tener debates sobre de qué manera es mejor gobernar la capital.

Ciertamente, el desperdicio de recursos al no poder gestionar servicios públicos de forma integral y los altos costos de transacción que se multiplican al tener 43 municipios locales motivaría a pensar una fórmula más eficiente.

Sin embargo, ¿es verdad que Lima no tiene las competencias para actuar metropolitanamente? ¿O es solo que, en algunos temas, las competencias no han sido transferidas correctamente?

La verdad es que, mientras más años pasan y nos acostumbramos al caos, más nos resignamos a que las cosas no cambien y que Lima siga estancada, reproduciéndose la inequidad según donde uno vive y que hoy se refleja de forma tan clara al mirar las estadísticas de muertos por COVID-19 según distritos.

Entonces, hago muchas preguntas para que, cuando este tema sea discutido, puedan ser tenidas en cuenta. ¿Un alcalde mayor (al igual que en Bogotá) podría garantizar una mejor gestión de la ciudad? ¿Las necesidades distritales quedarían invisibilizadas sin representación? ¿Cómo hacemos para evitar que un solo alcalde corrupto y zaino desfalque la ciudad con mucho poder y poco control? ¿Será que lograremos domar a la ingobernable? Ojalá.

Aprovecho en invitarlos al V Foro Internacional de Intervenciones Urbanas #FIIU5, donde se hablará sobre espacios públicos y gobernanza creativa (del 25 al 29 de agosto). Más información