[Opinión] Yesenia Álvarez: “El matrimonio y el salario”
[Opinión] Yesenia Álvarez: “El matrimonio y el salario”

Hace unos días el congresista Alejandro Cavero señaló que promoverá la unión civil y se ha iniciado un debate en redes que muestra la homofobia de políticos que piensan que sus creencias deben regir para todos. El debate empezó con la unión civil, pero se terminó hablando del matrimonio de parejas del mismo sexo y el congresista Alejandro Muñante escribió que “el matrimonio no se fundamenta en la orientación sexual de sus contrayentes, sino en la salvaguarda de la prole”.

Por donde se le mire es una declaración contra la libertad, discriminatoria y que desinforma. Hoy, el matrimonio se fundamenta en que dos personas se unen con el fin de hacer vida común. La demanda del matrimonio igualitario busca que se trate igual ante la ley los proyectos de vida de parejas homosexuales, a quienes actualmente el Estado niega el acceso al matrimonio porque las discrimina por su orientación sexual.

Y estamos hablando del matrimonio civil, no del religioso, ni de su etimología. Hay razonamientos tan absurdos como aquel que señala que el matrimonio solo puede ser para los heterosexuales porque la palabra matrimonio deriva de madre. Esto es desconocer que los términos, las realidades y el derecho evolucionan. El término “salario” deriva de la sal porque antes se hacían pagos con esta, y hoy nadie recibe ni parte, ni el total de su salario en sal.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos mediante la Opinión Consultiva OC-24/17 ya ha respondido a argumentos similares a los del congresista Muñante advirtiendo que “típicamente para negar el derecho de acceder a la institución del matrimonio, se esgrime como argumento que su finalidad es la procreación (…), pero esta no es una característica que defina las relaciones conyugales, ya que sería degradante para las parejas que por cualquier motivo carecen de capacidad o de interés en procrear.”

Las parejas del mismo sexo existen, son una realidad, construyen proyectos de vida, y algunas tienen hijos y otras no, y todas merecen ser tratadas igual ante la ley. Las sociedades avanzan y es el derecho el que debe adaptarse a la realidad de las diversas familias. Negar a unas familias el reconocimiento y protección que se les da a otras es discriminación.