[Opinión] Martín Naranjo: ¿Por qué soy feminista? (El Español)
[Opinión] Martín Naranjo: ¿Por qué soy feminista? (El Español)

La desigualdad de trato hace que caminar tranquilamente por nuestras calles y vivir sin miedo sean aspiraciones inalcanzables para unas e incompresibles para otros. Es que es muy difícil entender las desigualdades que los hombres no vivimos, menos aún los de mi generación, y, aunque la empatía no forma parte de nuestras fortalezas más evidentes, nos corresponde hacer el mayor esfuerzo por sacarla hasta de donde no hay para escuchar con atención, para preguntar, para ponernos en su lugar, para decirles aquí estamos con ustedes, a su lado, todavía llenos de sesgos, pero haciendo nuestro mejor esfuerzo por entender y empujando con todo y deliberadamente hacia la misma dirección.

Y es que la desigualdad de trato no solo reduce nuestra libertad, sino que por esa vía también destruye valor económico. Esta desigualdad contamina la gestión al producir techos y paredes de cristal que limitan ascensos en el escalafón corporativo y en la movilidad lateral entre las diferentes industrias. Esta desigualdad destruye valor cuando hace que se admire la asertividad y la ambición de unos y se reprima la asertividad y la ambición de otras, cuando hace que se premien las horas trabajadas de unos y se cuestionen las horas trabajadas de otras, cuando hace que el retorno a la presencialidad se diseñe desde los supuestos de unos y se ignoren las circunstancias de otras, cuando la violencia y el acoso se ejercen por unos y se callan por otras. Ahora que la amplitud es tan importante como la profundidad del conocimiento, ahora que el pensamiento crítico, sistémico y multidisciplinario es cada vez más valioso, la discriminación también destruye valor al limitar la diversidad de los equipos. La discriminación, además, destruye valor cuando genera diferencias de credibilidad artificiales entre los miembros de un mismo equipo.

En este contexto persistente de discriminación soy feminista porque el principio de igualdad de derechos es fundamental. Porque ninguna forma de discriminación es aceptable, porque sin igualdad de derechos no hay justicia y sin justicia no hay libertad. Porque mientras más cerca estemos de la igualdad de derechos más libres seremos todos. Porque no es suficiente declarar igualdad ante la ley cuando no existe igualdad ante las normas implícitas en nuestra historia, en nuestra cultura y, sobre todo, en nuestras conductas. Porque vivir inmersos en formas de discriminación, abiertas o sutiles, conscientes o inconscientes, normaliza y acumula injusticias, produce violencia y sufrimiento e imposibilita el ejercicio pleno de nuestras libertades y, por lo tanto, destruye nuestras capacidades de generar bienestar e impide nuestro desarrollo como sociedad.