(GEC)
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La pregunta no es si la segunda ola llegará a Perú, sino cuándo lo hará. Pensar que todo estará bien, con mente positiva porque el año cambia y las cosas vuelven a fojas cero, sería una ingenuidad. Como lo sería también creer que la famosa nueva cepa del virus aparecida inicialmente en el Reino Unido no ha entrado ya al país, como ya sucedió en Chile. Si no lo ha hecho, es cuestión de tiempo.

Disculpen si este comentario es muy pinchaglobos. Yo también quiero un 2021 feliz, pero sin una vacunación masiva, que alcance al 70% u 80% de la población, como señalan los expertos confiables, es difícil de creer que la situación no irá a empeorar hasta el punto en que tengamos que volver a hablar del factor R, las camas UCI y los balones de oxígeno. Desde marzo se dijo que el virus tiene ciclos, que las olas van y vienen, y que estaríamos sometidos al baile y el martillo por un buen tiempo. De nada sirve engañarnos a nosotros mismos para creer que estamos en un lugar seguro.

La otra pregunta, entonces, es qué está haciendo el gobierno para que la segunda ola no nos ahogue. Existe un plan de acción pensado para ese escenario indeseable aprobado en noviembre por el Ministerio de Salud.

El problema, como señala el epidemiólogo Mateo Promachazka, es que el plan se basa en la inmunidad de rebaño, bajo la idea de que faltan infectarse 8 millones de peruanos más para llegar a ese umbral. “El plan considera escenarios que deben ser actualizados. Ante la evidencia emergente de una nueva variante más infecciosa, el R0 cambia”.

En octubre Waldo Mendoza comentó a Gestión que es “casi imposible que se dé una segunda ola de contagios en el Perú”. ¿Sigue pensando igual? Si en la alta dirección del gobierno existen dudas sobre la seriedad de lo que se viene, será difícil evitar el revolcón, que ya se siente fuerte en la zona norte del país.

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