Los extremistas de ultraderecha que simpatizan con Bolsonaro y atacaron las instituciones de La Plaza de los Tres Poderes de Brasilia el 8 de enero de este año deben ser calificados igual a aquellos que el 6 de enero de 2020 atacaron el Capitolio de Estados Unido, señala el columnista.
Los extremistas de ultraderecha que simpatizan con Bolsonaro y atacaron las instituciones de La Plaza de los Tres Poderes de Brasilia el 8 de enero de este año deben ser calificados igual a aquellos que el 6 de enero de 2020 atacaron el Capitolio de Estados Unido, señala el columnista.

Los extremistas de ultraderecha que simpatizan con Bolsonaro y atacaron las instituciones de La Plaza de los Tres Poderes de Brasilia el 8 de enero de este año deben ser calificados igual a aquellos que el 6 de enero de 2020 atacaron el Capitolio de Estados Unidos (y en ese caso sí hubo policías muertos), al igual que los grupos chavistas de izquierda radical que con permiso de la guardia nacional del gobierno de Maduro atacaron y golpearon a varios diputados de la Asamblea Nacional liderada por la oposición en 2017.

En todos estos casos se dio el intento de destruir a la institución más importante de una democracia o de matar a representantes electos. En democracia debemos acordar que, a pesar de nuestras disidencias, la categorización de la violencia por razones ideológicas –no la que aplica un estado para proteger a sus ciudadanos– es la misma sin importar la agenda de quienes engendran el caos para sus intereses.

Por ejemplo, el 6 de febrero de 1934, durante la III República Francesa, una coalición de grupos de extrema derecha y fascistas junto a partidarios del Partido Comunista Francés (los extremos se tocan) irrumpieron contra el Palacio de la Concordia y la policía los reprimió con un saldo de 15 muertes. Tanto de la derecha como de la izquierda hubo acusaciones de que se trató de un intento de golpe de Estado contra el gobierno recién instaurado del premier Édouard Daladier – quien lideró un gobierno de transición al de Camille Chautemps– quien dimitió por acusaciones de un escándalo de corrupción.

Esta historia ocurrida en París hace casi un siglo nos recuerda que...

1) El intento de barrer a congresos electos por responsabilidad o culpa de los votantes tiene una larga historia.

2) La represión policial siempre ha sido utilizada, en las democracias, para la lucha contra la violencia.

3) El terrorismo, la autocracia y el populismo pueden ser de derecha o de izquierda.