Al otro lado del espectro está Nayib Bukele, con su política severa y algunos dirían que inhumana de tratar como rebaño a miembros capturados de los maras, señala el columnista.
(Foto: Yuri CORTEZ / AFP)
Al otro lado del espectro está Nayib Bukele, con su política severa y algunos dirían que inhumana de tratar como rebaño a miembros capturados de los maras, señala el columnista. (Foto: Yuri CORTEZ / AFP)

La reciente inauguración de una megacárcel para trasladar a los maras de El Salvador ha generado la reacción de Petro, a quien le gusta comparar situaciones actuales con las de la época nazi, como lo hizo al calificar, desmesuradamente, a la Policía peruana de “nazi” y ahora a esta prisión de “campo de concentración”.

El presidente de la “paz total” en Colombia –que negoció la liberación de 79 policías y 6 civiles capturados por trabajadores de la petrolera Emerald Energy del Caguán– piensa que puede imponer el principio de autoridad del Estado, únicamente, por la vía del diálogo y la manipulación de términos, como propuso al sugerir que las instituciones de medición de crimen ya no consideren como tales al incesto, la injuria e, incluso, delinquir por actos violentos durante manifestaciones en la vía pública. Con esos parámetros, por obra y gracia y de algunos términos, podrá jactarse de que la cifra de crímenes disminuirá durante su gestión.

El estilo o demagogia de Petro es loable, pero difícil, pues debe apaciguar a grupos rebeldes de las FARC y el ELN vinculados al narcotráfico y suena a la estrategia de AMLO en México con los cárteles que plantea, ingenuamente, “abrazos y no balazos” y prometió que a mitad del sexenio no habría guerra, pero la realidad pura y dura es que las víctimas mortales de este flagelo son mayores que las de los gobiernos anteriores.

Al otro lado del espectro está Nayib Bukele, con su política severa y algunos dirían que inhumana de tratar como rebaño a miembros capturados de los maras (pandillas que se formaron en su país con la deportación de bandas criminales desde EE.UU. entre 1980 y 1992) y que se convirtieron en los amos violentos de sus urbes.

El “método Bukele” está funcionando y le otorga mucha popularidad, pero es cuestionable si se trata de justicia o maltrato a los criminales. El de AMLO es un fracaso y el de Petro no parece estar bien encaminado. Entonces, ¿por qué Petro y AMLO critican al actual gobierno de Perú, que busca equilibrio entre mano dura a los violentos y fiscalización ante los excesos, y no lo hacen con Cuba, Venezuela, etc.? ¡Ud. lo sabe o no lo quiere aceptar!