El dictador Lukashenko, en Bielorrusia, fomenta la llegada de refugiados del Medio Oriente y África para que crucen a la frontera con la Unión Europea, señala el columnista. (EFE/EPA/LEONID SCHEGLOV / HANDOUT HANDOUT EDITORIAL USE ONLY/NO SALES
El dictador Lukashenko, en Bielorrusia, fomenta la llegada de refugiados del Medio Oriente y África para que crucen a la frontera con la Unión Europea, señala el columnista. (EFE/EPA/LEONID SCHEGLOV / HANDOUT HANDOUT EDITORIAL USE ONLY/NO SALES

La semana pasada nos referimos al secuestro político que hace actualmente el dictador Lukashenko en Bielorrusia fomentando la llegada de refugiados del Medio Oriente y África para que crucen a la frontera con la Unión Europea y así extorsionar a ese bloque a levantar sanciones económicas contra su régimen.

La idea del secuestro político se inicia en la mitología griega con el rapto de Helena, la esposa del rey Menelao de Esparta por parte de París, hijo del rey Príamo de Troya. Más allá de los mitos, es un hecho comprobado que hubo una guerra en Troya, territorio actual de Turquía, si bien las razones y detalles del conflicto son producto de la imaginación de Homero en La Ilíada y dramaturgos de Grecia antigua.

Durante el siglo XX fueron comunes los secuestros políticos, como aquel ejecutado por una banda de terroristas encabezada por Carlos el ‘Chacal’ a los representantes de los países de la OPEP reunidos en Viena en 1975 y los emblemáticos secuestros del exministro italiano Aldo Moro, asesinado por las Brigadas Rojas en 1978 y el de los rehenes en la embajada de Japón en Perú, en 1996, que culminó con una operación de rescate exitosa.

Los peores secuestros políticos son los perpetrados por perversos autócratas que, con el fin de perpetuarse en el poder y mantenerse impunes, son capaces de someter a sus pueblos al hambre, carentes de servicios básicos y de libertad, e incluso aislarse del resto del mundo como lo hace el castro-chavismo, Corea del Norte y otros personajes por los cuales millones de seres humanos sufren y están condenados a la privación de derechos fundamentales como ahora lo hacen las mafias que venden cupos en embarcaciones frágiles en peligro de hundirse en su camino al engaño que les espera en la Bielorrusia de Lukashenko.