(Foto: EFE)
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América Latina atraviesa por turbulencia política. Chile, Bolivia, Ecuador, Brasil y Venezuela son ejemplos. ¿Qué sucede? ¿Se ha vuelto más sensible la población ante cambios que ocurren como detonantes? Son gobiernos de derecha e izquierda, al menos desde el punto de vista económico. Por lo tanto, pese a lo que muchos dicen, no parece ser el modelo económico.

Existen varias interpretaciones. La más consensuada es que no hay igualdad de acceso a servicios básicos de calidad. Esto puede hacer pensar que antes eran buenos y ahora no, pero no es así. Una marca registrada de la región es la desigualdad, no solo de ingresos, sino también de educación, salud, agua y desagüe de calidad. Otra mirada es que la democracia representativa está en crisis. La población no solo no se siente representada por los políticos, sino que la corrupción de la mayoría ha llegado a niveles inimaginables. No obstante, en las movilizaciones, la lucha contra la corrupción es uno de muchos pedidos.

Cambiar el modelo sin reformar el Estado ni mejorar la representación política no será la solución, así cambien la Constitución. Lo que falta es pensar más, dejar las ideologías y ver qué funciona. No caigamos en el facilismo, pues el remedio puede ser peor que la enfermedad. Parece que hemos olvidado que el mercado necesita del Estado y viceversa. Antes de pensar en cambiar el modelo, veamos qué funciona y qué no. Antes deberíamos tener claro qué hace el mercado y qué el Estado. Después, discutamos el modelo.

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