(GETTY)
(GETTY)

En los últimos años, Perú ha pasado por eventos políticos negativos. La renuncia de PPK, los destapes de corrupción y el último pedido de confianza del presidente al Congreso. La pregunta es si estos hechos afectan la economía. Hay dos posturas. Una señala que ya estamos acostumbrados a convivir con la turbulencia política y que la economía marcha por otra carretera. Es decir, la agitación política no afecta al desempeño económico.

No creo en esa visión. La segunda lectura no parte de preguntarse cuánto creció o cuánto empleo creó la economía, sino cuánto crearía de ambos si no hubiera una turbulencia política de este nivel. Lo que pasa es que los compradores, vendedores e inversionistas postergan decisiones pues la incertidumbre hace que prefieran esperar. Son esas expectativas las que frenan la economía.

Por eso no vemos avances en las reformas claves que pueden impulsar la economía. La impresión es que esta se mueve poco. Ser reformista en este contexto es difícil, pero necesario. De lo contrario, los ciudadanos no sentirán mejoras en su bienestar y poco a poco, por la cercanía de 2021, buscarán opciones radicales. Eso sí es un riesgo. ¿Usted, lector, sabe quiénes son los ministros encargados de la economía? Lo más probable es que no. La agenda está muy concentrada en la parte política. No está mal, pues las mejoras institucionales son básicas y nadie puede dudar de sus impactos positivos, pero bien haríamos en agregarle temas ligados a la calidad de vida de la población. ¿Qué pasa con la seguridad ciudadana? ¿Y la solución a los conflictos mineros? ¿Algo en salud y educación pública? Agregar estas reformas es determinante para que los ciudadanos vuelvan a creer, requisito para volver a crecer.

TAGS RELACIONADOS