La lira turca ha perdido más de la tercera parte de su valor frente al dólar en lo que va del año. (Foto: Reuters)
La lira turca ha perdido más de la tercera parte de su valor frente al dólar en lo que va del año. (Foto: Reuters)

Turquía está en una crisis cambiaria. Esto es, un aumento brusco de su tipo de cambio. Las causas principales son exceso de endeudamiento, inflación anual de 15% (el objetivo es 5%) y un banco central que no es independiente. El temor a la moratoria de la deuda generó que el tipo de cambio subiera 16% solo el 10 de agosto y 27% en lo que va del mes. La lira turca está en caída libre. El detonante fue el factor Trump, pero no la causa principal. Desde inicios de agosto, elevó los aranceles al acero y al aluminio que llegan de Turquía a EE.UU. en 50% y 20%, respectivamente.

Esto se reflejó en pérdida de confianza y en una masiva compra de dólares, considerado un refugio más seguro. En el fondo, es el resultado de un mal manejo económico por parte de su presidente Erdogán. No se sabe si Turquía podrá pagar su deuda externa, si requerirá o no ayuda extranjera con dinero fresco.

Entonces ocurre un contagio al resto de economías emergentes, entre ellas Perú, y los inversionistas optan en manada por refugiarse en el dólar. La mayor demanda eleva su precio, como ha ocurrido en la mayoría de países de América Latina. Por eso el dólar sube o tiene un comportamiento errático como en Perú. La incertidumbre es veneno para la economía mundial. No se trata de que la economía peruana no esté relativamente sólida. Desde luego es mejor tener una economía sólida; por esa razón ha afectado más a Argentina, considerando sus debilidades macroeconómicas.

Dos lecciones: por un lado, es mejor tener una economía sólida que frágil (Perú vs. Argentina); por otro, tenemos que abrir los ojos al mundo y comprender que las crisis no solo ocurren por vínculos comerciales, también por contagio. Los inversionistas se comportan en manada.

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