(Getty Images)
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Santiago Pedraglio

spedraglio@pucp.pe

La selección masculina de fútbol del Perú no logró pasar a octavos de final del Mundial; pero su actuación ha afianzado identidades no solo de índole futbolística. La sola clasificación fue una alegría para peruanos y peruanas de toda edad, que se volvieron a poner la camiseta del Perú después de muchos años. Y no se trata aquí de incentivar el patrioterismo, sino de subrayar el orgullo de la pertenencia.

De esta selección, además, como de ninguna otra, se han escuchado voces hablando asuntos centrales para una sociedad democrática. Edison Flores declaró contra el racismo y el clasismo en su ya famosa entrevista a The New York Times. Además, participó en la campaña del Ministerio de Cultura “Soy Afroperuano, Indígena, Mestizo. ¡Peruano como Tú!”, lo mismo que Renato Tapia, haciéndole eco a la consigna “En el fútbol y en la vida, saquémosle #RojaAlRacismo”.

En esta misma lucha, Luis Advíncula criticó una representación de la PNP con muñecones, dos policías deteniendo a un drogadicto encarnado en un afroperuano: “Increíble sociedad de mierda. Solo una pregunta: ¿siempre el NEGRO tiene que ser el ratero, el malo, el asesino? Cosas que indignan” (La República, 27.6.18). El compromiso de la PNP de “tomar acciones para evitar que este tipo de hechos sucedan” y la reiteración de su rechazo “a toda práctica discriminatoria de cualquier tipo” (El Comercio, 28.6.2018) deja clara la gravitación de la voz de Advíncula y del eco que trajo consigo.

En la lucha contra el feminicidio también se anotaron Flores, Tapia y Miguel Araujo, vía la campaña “Así No Juega Perú”, convocada por la Defensoría del Pueblo y el Ministerio de la Mujer, entre otras instituciones.
Para bien del país, ahora los jugadores de fútbol crecientemente no solo ganan o pierden partidos, sino que se afirman como ciudadanos con voz clara y opinión propia.