“La campaña no ha calentado; los debates mostraron pullazos entre candidatos más que propuestas”.
“La campaña no ha calentado; los debates mostraron pullazos entre candidatos más que propuestas”.

El 2 de octubre elegiremos alcaldes y gobernadores a nivel nacional: 1,990 alcaldes y 25 gobernadores, más de S/72 mil millones en presupuesto para ejecutar.

La campaña no ha calentado; los debates mostraron pullazos entre candidatos más que propuestas. La frialdad está sustentada en la decepción de los electores por la política, más la coyuntura nacional compleja, monopolizada por un presidente incapaz y corrupto, y candidatos que no emocionan.

En Lima, la disputa estaría entre López Aliaga, excandidato presidencial que ha estado vigente desde las elecciones de 2021 (la presidencia parece su objetivo y la alcaldía un escalón), y Urresti, exministro del Interior, con ‘llegada’ más popular y campaña centrada en seguridad ciudadana. Ambos están empatados técnicamente en encuestas, estando pendiente el debate del JNE.

Es incierto si Forsyth, exalcalde de la Victoria y excandidato presidencial, u Omar Chehade, excongresista y exvicepresidente, podrían sorprender.

Lima enfrenta problemática de una gran urbe (más de 10 millones de habitantes): seguridad, ciudadanía, infraestructura vial, transporte público, gestión vehicular, comercio ambulatorio, manejo de espacios públicos y áreas verdes, tratamiento de basura y residuos sólidos.

Los gobernadores enfrentan retos frente a un desarrollo económico sectorial (minería y agricultura e infraestructura). Los recursos han sido mal utilizados o subutilizados y la regionalización en el Perú no ha funcionado. Como Castillo, varios que son no idóneos para el cargo prometen lo que no podrán cumplir ni por capacidad ni por presupuesto.

Estas elecciones parecen cuestión de mero trámite democrático, aunque después suframos las consecuencias de nuestra indiferencia.

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