. Hace pocas semanas, los socios de Apoyo Consultoría celebraron un sentido homenaje a su fundador.
. Hace pocas semanas, los socios de Apoyo Consultoría celebraron un sentido homenaje a su fundador.

Periodista historiador, empresario consultor, consejero sabio, intelectual liberal, rector reformista, embajador estratégico, filántropo silencioso, hermano y tío noble, mentor desprendido. Estos son algunos de los gorros que ha usado durante su vida. Hace pocas semanas, los socios de Apoyo Consultoría celebraron un sentido homenaje a su fundador.

Tuve la gran bendición, junto a otros jóvenes, de ser asistente de Felipe en su rectorado en la Universidad del Pacífico y en la Embajada del Perú en Washington. Dios y la vida lo dotaron de una multiplicidad de dones y talentos. Luis Miguel lo resalta como “maestro referente de integridad, generosidad y sabiduría”. Jessica, como “visionario con una capacidad de abstracción única”. Y Carlos como mentor que nos enseña a “pensar con el corazón y amar con la cabeza”. Yo quisiera resaltar tres.

Primero, su síntesis estratégica. “Si tengo alguna fortaleza, es que sé resumir bien”, compartía Felipe en su homenaje. Efectivamente, en sus escritos, relaciones y retos profesionales, tiene la capacidad de analizar mucha y compleja información y quedarse con lo realmente esencial, importante y urgente. Felipe rara vez tiene prioridades. Normalmente tiene una sola cosa en la cabeza por la que apuesta, y es aquella con la cual todo puede cambiar significativamente.

Segundo, su terco optimismo. “Y somos optimistas, no porque neguemos las tendencias evidentes del deterioro registrado en nuestra sociedad, sino porque a pesar de ellas sentimos confianza en que el Perú, no obstante. sus abismos y desgracias, cuenta con suficiente riqueza espiritual como para convertir en realidad su promesa tantas veces postergada”. Estas líneas las escribió en 1988, en uno de los momentos de mayor desesperanza del Perú. Combinando reflexión histórica e imaginación esperanzadora, el terco optimismo es su sello.

Tercero, su generosa mentoría. Docenas de peruanos por décadas hemos sido formados por Felipe. Su estilo debería ser convertido en un modelo de cómo mentorear a las nuevas generaciones: te tira a la piscina sin aviso. pero te acompaña siempre, te corrige trabajos con altísimo rigor, te anima a seguir nuevos retos viables y te pincha el globo si te desubicas, se compromete con tu vida personal, te inspira a “oler las flores”, te enseña a escuchar y hablar poco, celebra tus hitos importantes, te regala tiempo de calidad para conversar, reír, comer y aprender. Y un gran etcétera.

El Perú tiene mucho que agradecer al multifacético FOZ. Sus hazañas son múltiples, muchas desconocidas. Quienes lo admiramos y queremos, estamos comprometidos en ser faros de la luz que sembró en nosotros. Gracias, Felipe.