“La deshonestidad rompe los lazos que tejo con el otro. La integridad hace exactamente lo contrario”.  (Foto: Andina)
“La deshonestidad rompe los lazos que tejo con el otro. La integridad hace exactamente lo contrario”. (Foto: Andina)

He respondido a comentarios sobre mis artículos, diciendo que ellos son mejores que estos últimos. Aquí va uno de mi amigo Luis Concha Fernández:

“Es claro que el amor es parte fundamental en la vida del hombre. Y, como todo debe de empezar por casa, el amor a uno mismo es fundamental. La integridad, decencia, honradez, entre otros valores, forman parte del verdadero amor propio. Ese que debe de mantenerse siempre firme, como sostén de tu propia vida, fortaleza para los que proteges y ejemplo para los que te rodean. Es claro que uno de los vicios más destructivos de una sociedad es la corrupción que, ajena a todos los valores positivos, demuestra su podredumbre. Nuestra sociedad está gravemente enferma y, solo con buenos ejemplos, educación, sanción y justicia, podremos enderezar ese nefasto rumbo, que asegura un descalabro cada vez mayor. Hay entonces, mucho por hacer, pero cada uno que empiece por sí mismo y por casa. Eso ya sería bastante”. (¡Bravo, Lucho!)

La deshonestidad rompe los lazos que tejo con el otro. La integridad hace exactamente lo contrario. Así, “amar a tu prójimo como a ti mismo” es, además del mandamiento, la máquina de lazos más fuertes, jamás inventada, que construye el tejido social.

No se van a cepillar nuestra cultura occidental y cristiana. Antes lo tendrán que hacer sobre mi cadáver. Recuerde que “si usted quiere que todos estén contentos, no sea un líder, venda helado” (Steve Jobs). Los líderes no son del mundo, pero de que los hay, los hay. Ellos van en otra frecuencia.

Empiecen por amarse a sí mismos y –así– lo harán con los demás, en tiempo real. ¡La integridad es un fenómeno maravilloso y totalizador! ¡Que viva la integridad!

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