"Las prohibiciones de bienes demandados por la sociedad además de fracasar han sido fórmulas para escudar nuestra responsabilidad, diciéndole al mundo párate que aquí me bajo". (Foto: EFE)
"Las prohibiciones de bienes demandados por la sociedad además de fracasar han sido fórmulas para escudar nuestra responsabilidad, diciéndole al mundo párate que aquí me bajo". (Foto: EFE)

En “Our World in Data” las muertes por sobrepeso son 2.8 millones al año mientras que las derivadas del consumo de droga son inferiores a 560 mil. En 2017 murieron 8.1 millones de personas por tabaquismo como factor de riesgo para su salud y 2.8 por ingesta de alcohol.

El gasto de US$51,000 millones al año en los Estados Unidos no ha logrado reducir el consumo ni las muertes por sobredosis. En 1970, uno de cada 100 mil habitantes moría por sobredosis. Este número subió a 3.4 en 1990 y se catapultó a 14.7 en el año 2014.

En 1980 hubo 580,900 personas arrestadas en Estados Unidos con cargos relacionados con la droga. En 2014, este número había subido a 1.56 millones, un aumento del 168% en un periodo en que la población total del país subió 40%, agregándole que casi la mitad de los 186 mil individuos que cumplen condenas en las cárceles estadounidenses enfrentan cargos relacionados con la droga.

Además, serían muchas más las muertes, delitos y atrocidades relacionados con la prohibición del narcotráfico que las muertes y truncamientos de vidas vinculados con el consumo de drogas.

Las prohibiciones de bienes demandados por la sociedad además de fracasar han sido fórmulas para escudar nuestra responsabilidad, diciéndole al mundo párate que aquí me bajo.

Cuando las prohibiciones se levantan, me viene a la mente la historia bíblica del diablo ofreciendo los reinos de la tierra a Jesús y su afirmación de que le pertenecen todos. Aquí comprendo la arrogancia fatal de querer controlar el orden extenso, lo cual parece ser una táctica del diablo para conducirnos al fracaso. Él sabe que, al restringir la libertad, los Estados han sido, y continúan siendo, agentes del mal. Por eso, a la prohibición, hay que decirle: ¡Vete al diablo!

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