Refinería de Talara (Foto: Difusión)
Refinería de Talara (Foto: Difusión)

Por Carlos E. Paredes, expresidente de Petroperú

1. En 2013, Petroperú obtuvo luz verde para acometer el proyecto de inversión pública más grande de la historia del Perú: la nueva refinería de Talara (que por falta de transparencia se denominó “Proyecto de Modernización de la Refinería de Talara – PMRT”). El proyecto se aprobó sin tener un estudio de factibilidad adecuado que lo respaldase. En efecto, el que desarrolló la firma Arthur D. Little en 2008 analizó el proyecto de modernización, diferente y mucho más chico que el que terminó ejecutándose, mientras que el que presentó Petroperú en 2013 excluyó indebidamente algunos rubros del costo, sobreestimando así la rentabilidad del proyecto.

2. En forma equivocada se nos dijo que el proyecto no requeriría de fondos públicos, que “la refinería se pagaría sola”. Con base en esta creencia se procedió a sobreendeudar a la empresa. Al 30/06/2022, Petroperú debía más de US$7,000 millones y, la semana que pasó, el gobierno se vio forzado a hacer un aporte de capital de S/4,000 millones y a aprobar una nueva facilidad crediticia de US$500 millones. Con esto, el apoyo estatal a la empresa en lo que va del año asciende a poco más de US$2,250 millones.

3. La ausencia de un análisis costo-beneficio adecuado de la refinería llevó a ejecutar un proyecto que terminó destruyendo el valor patrimonial de Petroperú. En 2019, siendo presidente del directorio de la empresa, transparentamos las cifras y anunciamos que el valor presente neto del proyecto era de menos US$1,650 millones. Claramente, nunca se debió haber hecho. Se nos había mentido para poder ejecutarlo o, cuando menos, “no se nos había dicho toda la verdad”, a pesar de la destrucción de valor que su ejecución implicaba.

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4. Si se opta por la transparencia, pronto sabremos que la valorización de la empresa que se haga arroja un valor muy por debajo del aporte de capital realizado esta semana. Esto quiere decir que el valor patrimonial –estimado con base en flujos de caja descontados– era negativo antes de la capitalización. Así, los peruanos salvamos una empresa que estaba técnicamente quebrada, en vez de invertir en salud, educación o en agua y saneamiento.

5. ¿Había una alternativa mejor? No creo, la capitalización era inevitable; de hecho, fue tardía. Pero fue mal planteada. La capitalización debió venir acompañada de una condicionalidad destinada a mejorar la gobernanza corporativa y a ponerle candados a la empresa para evitar nuevas y costosas aventuras como las de la refinería y otros proyectos menos publicitados, pero que también terminaron destruyendo valor a la empresa. Además, estos candados eran necesarios para protegerla de los corruptos e incapaces, que terminan causando un enorme daño, como vimos con horror no hace mucho. La única manera de hacerlo en el actual contexto político era regresando a Petroperú al ámbito del Fonafe.

6. Sin embargo, esto no se hizo; en la práctica, se optó por capitalizar Petroperú manteniendo el statu quo. La norma de la capitalización solo incluyó declaraciones poco eficaces, como el objetivo de hacer una oferta pública de acciones en una fecha no determinada. ¿Alguien cree que el gobierno de Pedro Castillo va a privatizar, aunque sea parcialmente, Petroperú? ¿Habrá un inversionista privado que quiera venir a ser minoritario con las reglas del juego que establezca este gobierno?

7. Es hora de tomarse en serio a Petroperú y de internalizar el costo que implica el no hacerlo. No es tarde para perfeccionar el D.U. de capitalización de Petroperú.

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