(Foto: EFE/ Juan Ignacio Roncoroni)
(Foto: EFE/ Juan Ignacio Roncoroni)

En economía cualquier medida suele tener dos caras: la que se ve y la que no se ve. Veamos el bono anunciado por el gobierno y dispuesto a través del Decreto de Urgencia 080-2021. El bono es un subsidio monetario individual de 350 soles a favor de personas mayores de edad que se encuentran en alguna de las siguientes categorías: hogares en condición de pobreza y pobreza extrema, hogares beneficiarios del programa Juntos o que tengan algún beneficiario del programa Pensión 65, y ciudadanos que no se encuentren en las categorías anteriores, pero que vivan en un hogar cuyos ingresos mensuales no superen los tres mil soles. En total, 13.5 millones de beneficiarios.

El costo del programa es de 5,145 millones de soles, más o menos, 0.6% del PBI. El bono es un subsidio monetario que busca apoyar la recuperación de la demanda. Además, es una entrega de una sola vez. Es como si se inyectaran 5,145 millones de soles a través de apoyo a los más necesitados. No es una mala idea. Quien se encargará de la implementación es el Midis.

Esto no quita que debamos ver el otro lado. Primero, se reduce el espacio para otros gastos que tendrían que hacerse en un contexto no deseado de una tercera ola. Pareciera que el gobierno se está anticipando a la misma, para que el dinero llegue cuando ya esté con nosotros. Segundo, complica la situación fiscal. Sin bono, el déficit fiscal (exceso de gastos sobre ingresos del gobierno) sería de 4.5% del PBI en 2021. Con bono, pasa a 5.1% del PBI, cerca de la meta máxima establecida por el gobierno en 5.4% del PBI. Tercero, sabemos que no tenemos una buena base de datos para que llegue a todos a los que debe llegar. Ese fue el problema con los bonos en 2020; tendría que haber una diferencia sustantiva con la información necesaria para saber a quiénes les debe llegar el bono.

¿Había alternativa? Siempre las hay. Una opción pudo ser entregar alimentos a los comedores populares y ollas comunes de todo el país, de modo que se asegure desayuno, almuerzo y comida a los 13.5 millones de beneficiarios. Conocemos de la eficiencia de los comedores y ollas, que conocen mejor que nadie a la población beneficiaria.

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La clave está en balancear la salud con la economía. No olvidemos que en 2020 se entregaron muchos bonos, pero los problemas de gestión y de una deficiente base de datos llevaron a exclusiones de muchas personas que debieron recibirlo.

Más allá de detalles, toda la población necesita dos cosas: no contagiarse, tema asociado a las vacunas y empleo, fuente de ingresos, que, además, no suponga una dependencia del Estado ni de nadie. Salud y chamba. Los bonos son temporales, pues el mismo decreto insiste en que se trata de una sola vez.

La economía funciona en un entorno en que la clave es la credibilidad. Para volver a crecer, antes se necesita volver a creer. Y eso pasa por el tema político. Reducir la incertidumbre, objetivo que solo se logra con información, es la tarea uno. La segunda es tener claro que se tiene que mantener lo que funciona y mejorar (reformar) lo que no funciona. En el camino, aplicar medidas basadas en la evidencia empírica y no solo en buenas intenciones, pues así no progresan los países.

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