"El desempeño de las empresas no mejora porque las expectativas respecto de la economía siguen en terreno negativo y esas se encuentran ahí porque la visión de la economía sigue deteriorándose".
"El desempeño de las empresas no mejora porque las expectativas respecto de la economía siguen en terreno negativo y esas se encuentran ahí porque la visión de la economía sigue deteriorándose".

Las expectativas determinan, en gran parte, lo que va a ocurrir con la economía, pues son una especie de profecía autocumplida. Si todos creemos que vendrá un deterioro, lo más probable es que ocurra, dado que actuaremos hoy de acuerdo con esa idea; al hacerlo, provocaremos la caída. Dicho de otro modo, el futuro de una economía está condicionado por lo que creemos que va a pasar. Las expectativas económicas son las creencias que tienen los individuos sobre el comportamiento futuro de las variables económicas, como el crecimiento, la inflación, el tipo de cambio, la tasa de interés, etc. Esa percepción es recogida por las encuestas mensuales de expectativas macroeconómicas que realiza el Banco Central (BCR) a tres grupos: analistas económicos, sistema financiero y empresas no financieras.

Hace unos días se publicó la que corresponde al mes de junio sobre la base de información recogida en la segunda quincena del mencionado mes. Veamos los resultados precisando que son datos promedios de los encuestados.

Primero, las expectativas de inflación para el cierre de este año se han revisado hacia la baja, lo que constituye una buena noticia. En promedio, se espera que la inflación de 2023 se ubique entre 4.40% y 5.60%. De ser así, se esperaría que la tasa de interés de política monetaria baje en los siguientes meses y, con ella, la tasa de interés activa, algo que contribuiría con una recuperación. Efectivamente, las expectativas de tasa de interés a diciembre, en promedio, se ubican entre 6.75% y 7.00% desde el 7.25% de hoy.

Segundo, existe consenso en ajustar el crecimiento de 2023 hacia abajo; se espera que el año cierre entre 1.8% y 2%; mientras tanto, varios analistas siguen ajustando el crecimiento, inclusive por debajo de 1.5%. Sin duda, es una mala noticia, pues con esa cifra no se aumenta el empleo ni se reduce la pobreza. En el primer semestre, la economía peruana habría crecido 0%.

Tercero, las expectativas a diciembre del tipo de cambio lo ubican en un rango comprendido entre 3.71 y 3.75 soles por dólar.

Cuarto, en cuanto a las expectativas empresariales, se observa un deterioro en comparación con el mes previo: menor demanda esperada, menores niveles de producción y ventas; en el mismo sentido, se espera un deterioro de la economía tanto en tres como en 12 meses. El mismo resultado se observa en cuanto al sector en el que se encuentra la empresa. Tampoco se espera aumentar el empleo.

Sin duda, un círculo vicioso. El desempeño de las empresas no mejora porque las expectativas respecto de la economía siguen en terreno negativo y esas se encuentran ahí porque la visión de la economía sigue deteriorándose. La pregunta es la siguiente: ¿cómo se rompe el círculo vicioso? ¿Cómo volvemos a creer para volver a crecer?

La historia económica muestra que hay dos caminos no excluyentes. Primero, un shock positivo de expectativas. Ello se puede lograr en la medida que el gobierno muestre resultados; como en el fútbol: los hinchas comienzan a creer en el equipo cuando empieza a ganar. Segundo, el comienzo de un megaproyecto en este segundo semestre, pues sería una señal de confianza en el país. Puede ser de capitales nacionales o extranjeros. Esto ocurre porque los inversionistas, nacionales o extranjeros, se mueven en manada siguiendo al más grande. Piensan así: “Si el más grande decidió arriesgar su dinero, entonces debe valer la pena”. Entonces invierten.

Si tomamos en cuenta los impactos de El Niño Global, las expectativas pueden ser aún peores y así condicionar un magro desempeño de la economía peruana. Y así perdemos todos. De ahí que sea urgente voltear las expectativas, dado que son determinantes del futuro de todos.