[OPINIÓN] César Luna Victoria: “Harto de estar harto, ya me cansé”. (Midjourney/Perú21)
[OPINIÓN] César Luna Victoria: “Harto de estar harto, ya me cansé”. (Midjourney/Perú21)

Quino, Joaquín Lavado para sus amigos, explica el drama del desencuentro. Arbitrados por Mafalda, están Manolito y Felipe, frente a frente. Les pregunta: ¿hacia dónde creen ustedes que se dirige la humanidad? Hacia adelante, por supuesto, y cada uno extiende el brazo y el dedo índice contra el otro, como si fueran a dispararse en duelo. Perplejos, argumentan al mismo tiempo, adelante es para allá, cada uno señalando en dirección opuesta a la del otro: tu adelante no es mi adelante. En otra viñeta, dos personajes, también frente a frente, miran un dibujo en el piso: “6″ dijo uno, “9″ dijo el otro. La misma grafía es un número distinto, dependiendo de dónde esté cada uno. Son, en dibujo, este poema: en este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira (Ramón de Campoamor). Es cierto, la realidad no es objetiva, la pensamos desde nuestra posición. Cuesta entenderla: hay que informarnos, comprender la mirada del otro, cuestionar nuestros presupuestos y, sobre todo, superar nuestros prejuicios.

Ahora pregunto: ¿qué le pareció la protesta del 19 de julio? Pasemos lista: siguen la pobreza, las desigualdades, las discriminaciones, la informalidad y el descrédito del gobierno. Pareciera que todo sigue igual. Sin embargo, irrumpe como novedad un nivel enorme de deterioro. En noviembre de 2016, el 53% ya pensaba que en el Perú la democracia no funcionaba, en marzo de 2023 llegamos a 71% (INEI). Es verdad que la democracia no está bien considerada en Latinoamérica, solo el 25% se siente satisfecho, que es muy poco, pero en Perú baja a 11%. No hablemos ya de la confianza en los políticos, sino de la confianza entre nosotros. En Perú es de apenas 10%, explicable porque el 80% entiende que no somos iguales ante la ley y el 93% opina que no la cumplimos. En eso somos lo peor de la región (Latinobarómetro 2020). Entonces, lo nuevo es que la gente ya se hartó; lo terrible es que cada uno intenta salvarse como puede. La desgracia es que nadie cree en nadie y, si los demás no interesan, no se pueden armar acuerdos.

¿Cómo llegamos hasta aquí? Hace 30 años, resucitando de hiperinflaciones y terrorismos, apostamos por el crecimiento. Tanto que miramos para otro lado cuando cayeron la democracia (golpe de Estado, captura de instituciones) y la libre competencia (corrupción empresarial). No protestamos porque el crecimiento aliviaba pesares. De hecho, la pobreza se redujo de 60% a 20% (BCR). Parecía que el chorreo funcionaba. Pero, cuando el crecimiento se detuvo, vimos que la gran mayoría de la educación privada había sido una estafa y, sin capacidad laboral, el 80% de los peruanos trabaja en empleos informales de bajo rendimiento (INEI). Cuando llegó la pandemia, vimos que la salud tampoco servía y morimos por montones, en promedio más que en cualquier otro lugar del mundo, más que en todas nuestras guerras juntas, cuatro veces más que en los 12 años de terrorismo (Statista). El mercado falló y, por eso, el 85% quiere hacer cambios a la Constitución (IEP); el gobierno falló y por eso el 77% quiere que se vayan todos (Ipsos).  Nueva Constitución, nuevo gobierno, ¿para hacer qué?

Nadie lo propone, que venga lo que venga, seguro será mejor, tal es la desesperación. Tampoco se soluciona haciendo propuestas, porque, aunque sean obvias —como mejorar educación y salud o eliminar corrupción—, nadie lo cree, tal es la desconfianza. Hemos sido mucho ‘anti’, mucho tiempo de enemigos, y la manera más rápida de terminar una guerra es perdiéndola (George Orwell). Bien mirado, perderemos soberbias y rencores para ganar un mínimo de confianza. Sin ella no tendremos siquiera la esperanza de llegar a ser una sociedad y una democracia en serio. Ganaremos si, recuperada la confianza, logramos aportar nuestra capacidad de analizar información, evaluar escenarios, controlar riesgos y lograr resultados. Ganaremos si logramos ponernos en la posición de los otros, si logramos participar en ese futuro de todos. Ganaremos si nuestro adelante es el de ellos.

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