(Foto: Pixabay)
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Una tarde fría limeña los seleccionados para un puesto de alto rango están sentados en una sala esperando el llamado de los encargados de talento humano. Se muestran nerviosos, a pesar de que llevan a la mano un file lleno de estudios en prestigiosas universidades y el corazón lleno de ilusión. Todos, o al menos casi todos, con las mejores intenciones, quieren ayudar a que la empresa tenga éxito, pero lamentablemente a la empresa no solo le importa el entusiasmo o las buenas intenciones. La empresa quiere comprobar qué tan capacitado está dicho profesional. ¿Realmente conoce los temas?¿Los ha puesto en práctica en algún puesto similar o en alguno que exija los conocimientos que se requieren para el puesto?

Días atrás los directivos de la empresa tuvieron una reunión con los encargados de selección donde no solo les dejaron claro las funciones del puesto, sino también les mostraron sus preocupaciones.

Uno de ellos enérgicamente dijo: “queremos a alguien competente porque tenemos que hacer crecer el negocio, tenemos 5 años para lograr el desarrollo. No podemos quedarnos igual”.

El segundo dijo: “tenemos los recursos necesarios y no podemos poner a alguien solo con buenas intenciones, necesitamos a alguien que sea el embajador de esta empresa y que demuestre que tiene todas las capacidades al mando de todo lo poco o mucho que hemos venido logrando”.

Un tercer directivo dijo: “no tenemos tiempo para practicantes. Nuestros hijos no entenderán que no tendrán lo suficiente porque alguien no hizo bien su trabajo”.

Y finalmente el cuarto dijo: “quiero seguir manteniendo el albergue que puse junto a mi esposa, creo que será de mucha ayuda, nos ilusiona tenerlo”.

Luego de escuchar esos comentarios y algunos más. El equipo de selección salió de la sala con la firme misión de escoger al candidato y al parecer esa elección iba a estar dura.

Este es el dilema real de una empresa como tantas o como todas que buscan un beneficio económico, porque eso los hará llegar más lejos y eso le interesa a sus colaboradores. Porque eso significa que tendrán su trabajo más tiempo y posibilidades para crecer en ella y, claro, ingresos por más tiempo para sus familias. Y eso le interesa al restaurante a dónde van a almorzar los fines de semana, porque eso hace que tenga caja para pagar a sus trabajadores, que por cierto alguno de ellos querrá superarse y ahorrar para estudiar o para hacer realidad un gran proyecto.

Porque como siempre lo digo: el progreso es felicidad.

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