El dengue se dispara en el Perú por segundo año consecutivo. El Estado (nacional, regional y local) no es capaz de hacer ni lo preventivo: (a) fumigar para matar al insecto adulto; (b) concientizar a la gente que no puede dejar agua empozada ni sin tapar; (c) comprar vacunas para evitar los casos de reincidencia, ni está preparado para tratar todos los casos que van a venir. Recién a estas alturas decretan emergencia en 20 regiones, como si eso resolviera todo.

Ya el año pasado nos fue mal, comparativamente hablando, y esta enfermedad llegó a América a fines del siglo XVIII, o sea que desprevenidos no nos agarra. Echarle la culpa a las mayores temperaturas suena a mala broma, porque venimos hablando del fenómeno de El Niño todo 2023, año en que ya habíamos manejado mal el dengue. ¿A nadie se le ocurrió que 2024 iba a ser peor? ¿En serio?

En el caso de los riesgos de reaparición de sarampión y polio, los antivacunas pueden haber tenido algún grado de responsabilidad. Habría que encerrarlos, con el tratamiento natural de su preferencia, en una urna con los virus, no debilitados como en las vacunas a las que se oponen, sino en su estado natural. Pero en el dengue, la vacuna solo se aplica a quienes ya han tenido dengue para evitar casos graves.

La fumigación por las municipalidades y el control de que no haya recipientes de agua sin tapa que sirvan para la reproducción del zancudo debería empezar después de Navidad y Año Nuevo. Podríamos terminar la fiesta de Año Nuevo sabiendo que al día siguiente hay que prevenir el dengue: “if dengue is in your body you wont live much longer”, con la Conga de Gloria Estefan o la letra y ritmo que mejor se preste a cada zona. Y al que no colabora se le detiene mientras se fumiga su casa, porque su libertad no puede poner en riesgo la salud de los demás, y tengo la impresión de que los zancudos vuelan. Si el dengue es más viejo que la república, y viene todos los frutos años en la misma época a ciertas zonas del país, ya podríamos habernos organizado tantito mejor para enfrentarlo ¿no?

A los congresistas que tanto les gusta sacar proyectos de ley declarando el día nacional de lo que fuera, ¿qué tal si se declaran un par de semanitas para la prevención obligatoria del dengue? Y al que no se la toma en serio y colabora se le procesa por atentar contra la salud pública. No es más cruel que sentarse a esperar a cuántos peruanos vamos a enterrar por el maldito zancudo virreinal.

Y a ver cómo recuperamos los índices de vacunación contra sarampión y polio. El Perú era un país al que venían a aprender cómo lográbamos buenos índices de vacunación, a pesar de las muchísimas limitaciones de nuestro sistema de salud. Dudo que el sector público lo va a poder hacer solo, hay que ver cómo se logra ayudar desde el sector privado.

Como postdata, porque la suerte me temo que está echada. La JNJ no ha dado la talla para la enorme responsabilidad que tenía, pero destituir por una supuesta falta grave, no tipificada, cuando la propia jueza que tiene más de 75 años sustentó su posición sobre ese tema antes de que la nombraran y el entonces presidente del TC le dijo que tenía razón, aun cuando hoy diga lo contrario, es destruir predictibilidad e instituciones, lo que ya se viene reflejando en distintos indicadores que miden cuán confiables somos como país. Ya nos llegará la cuenta.

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