Inteligencias múltiples. (Foto: Andina)
Inteligencias múltiples. (Foto: Andina)

Hace unas semanas leí un artículo de Leon Trahtemberg que se titula “Ser alguien en la vida”, en el que hablaba sobre uno de los fracasos principales del paradigma educativo tradicional. Por su estructura elitista, en su línea resulta normal que el tercio superior (o el quinto superior) logre destacar y sea premiado por ello, y que el resto quede en el grupo de los “perdedores”, teniendo que vivir bajo la sombra de los “primeros”.

Trabajando en el sector educativo muchos años me di cuenta de que esto es bastante cierto pero que, además, no queda ahí. La mayoría de universidades que les dan beca a los alumnos es por deporte o por destacar académicamente. Hasta ahí todo bien, pero ¿qué pasa con los artistas, por ejemplo? He visto decenas de veces alumnos becados por ser buenos deportistas —a pesar de ser malos alumnos incluso—, pero pocas veces he visto una beca para un gran músico, por mencionar solo un caso. El paradigma educativo de los últimos 100 años premia a las personas racionales, a los académicos (especialmente los que tienen inteligencia lógica-matemática), pero muy poco a las personas que tienen talento en las otras siete inteligencias. Howard Gardner comprobó hace más de 30 años que las inteligencias son múltiples: inteligencia lingüístico-verbal, inteligencia lógico-matemática, inteligencia espacial, inteligencia corporal cinestésica, inteligencia musical, inteligencia interpersonal, inteligencia intrapersonal, inteligencia naturalista y otras más. La cultura tradicional ha destruido autoestimas por décadas haciéndole creer a la gente que, si no destacaban en la lógico-matemática o en lo cinestésico corporal, eran “tabas”. Y a los que sí venían bien equipados en estas áreas les ha hecho creer —no a pocos— que son superiores, incluso teniendo algunos de ellos una bajísima inteligencia emocional. Si a eso le sumamos lo que dice Trahtemberg de que “para ser alguien en la vida” uno tiene que necesariamente estar en el tercio superior académico, ya nos podemos imaginar cuánta gente se ha sentido triste y excluida.

En el mundo existe gente profesional y también gente vocacional. En un país traumado por la exclusión, lo último que debemos hacer desde la escuela, la cultura y la economía, es contribuir a que la gente se sienta excluida o inferior por estos motivos, que, por lo demás, son absurdos. Todas las personas “tienen lo suyo”. Einstein decía: “Todos somos genios, pero, si juzgas a un pez por su habilidad para trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”. Lo importante es descubrir tu tipo de inteligencia y tus pasiones, y no necesariamente hacerle caso “al mundo”, que por algo está como está.